CNN / Foto: Tomaz Gregorio/Ofis Architects
Los arquitectos de los nuevos estadios tienen la tarea de diseñar un centro social que no solo esté destinado al deporte
Es una visión de proporciones bíblicas; decenas de miles de personas llorando, emocionándose y cantando al unísono.
Si el deporte fuera una religión, entonces el estadio seguramente sería su lugar de culto.
Dentro de estos templos a las hazañas físicas, el lenguaje evoca lo divino; los aficionados temerosos “oran por un milagro”, mientras que perder genera un gran “examen de conciencia”.
Tanto así que los arquitectos en estos días deben crear algo más que un escenario de resistencia humana.
Es como si les pidieran construir el equivalente arquitectónico a alimentar a los 5,000 con cinco panes y dos peces; construir una arena para elevar los sentidos, capturar el espíritu de una comunidad y convertirse en un ícono para una ciudad mucho después de que el último aficionado pase por los torniquetes.
“Es como crear una catedral contemporánea en algunas formas”, dijo Spela Videcnik, el arquitecto detrás del estadio “manchado” al estilo de ciencia ficción Arena Borisov, hogar de la selección nacional de Belarús.
“A menudo el estadio tiene el objetivo de convertirse en el orgullo de una ciudad, un objeto destacado, y como tal, un monumento que representa los últimos logros en la arquitectura”.
Desde que los antiguos griegos construyeron el primer estadio olímpico con mármol blanco, la arena se ha tratado tanto de inspirar asombro como de albergar competencia.
Los arquitectos de hoy en día deben de ir más allá.
¿Regreso a tiempos romanos?
En una época en la que los eventos deportivos son capturados en televisión con detalles brillantes, los diseñadores deben atraernos desde la comodidad de las salas con centros de entretenimiento multipropósitos.
Sin estar ya relegados a las afueras de la ciudad, estos centros sociales modernos vuelven a entrar a nuestras metrópolis una vez más; y tienen más en común con las catedrales históricas de lo que te imaginas.
“Ve los estadios griegos y romanos antiguos; estaban a la mitad de la ciudad”, dijo Hubert Nienhoff, arquitecto veterano alemán detrás del rediseñado Estadio Olímpico de Berlín y de la Arena Amazon en el Mundial en Brasil de este año.
“Pero en los últimos 50 años, el estadio se convirtió en algo que realmente no estaba integrado, eran construidos afuera de las ciudades. Eran para personas que quizá iban allí una vez a la semana para un evento”.
Aunque las arenas como el Coliseo en el corazón de Roma ocupan inmobiliaria con la que solo podrían soñar los arquitectos de hoy en día, pronto podríamos ver un regreso a los espacios sociales centralizados de antes, de acuerdo con Nienhoff.
“Ahora llevamos usos múltiples a los estadios de nuevo, como tiendas y salones de conferencias”, dijo.
“En el futuro no estarán afuera de la ciudad sino, algo así como las catedrales de la Edad Media, serán una parte vital de la vida en la ciudad”.
Sin embargo, una parte clave de su visión, dependerá de una mejor infraestructura de transporte.
“Había una tendencia en la década de 1980 de tratar a los estadios un poco como centros de compras. Así que intentabas ponerlo en las fronteras de las ciudades”, dijo el arquitecto Clive Lewis, el diseñador detrás del Estadio Nacional de Singapur y Centro Deportivo, y ganador de un premio en el Festival Mundial de Arquitectura de este año.
“Pero cada vez más es más importante hacer un estadio que sea parte de la ciudad. Necesitan estar integrados en la infraestructura de transporte, así que son una parte naturalmente conectada de la ciudad; el evento debería comenzar tan pronto como te vas de tu casa”.
Va un paso más allá con una visión de un techo para albergar a toda la humanidad.
“Para mí, los estadios se han apoderado de la función de una catedral. Es un edificio que reúne a personas de todas las edades, de todas las culturas, de todas las religiones.
“Y la única otra cosa que se le acerca es un aeropuerto”.
Legado duradero
En el corazón de una arena, tanto física como espiritualmente, está su área de juego.
Y con el resultado de partidos multimillonarios que dependen de todo desde la calidad del pasto, hasta la posición del Sol, los diseñadores deben lograrlo perfectamente.
¿Eso significa que los arquitectos necesitan ser aficionados al deporte?
“¿Necesitamos ser religiosos para construir una iglesia? No lo creo”, responde Berger Architects, la empresa detrás del brillantemente iluminado Pabellón Multideportivo Luanda en Angola.
“Los arquitectos deben poder proyectarse, y pensar como si fueran los últimos usuarios del espacio que diseñan”.
Y mucho después de que se entreguen los trofeos finales, una arena debe servir a su gente durante décadas más.
“Ya sea que diseñemos para los Olímpicos o para el Mundial, en realidad siempre pensamos por adelantado lo que vamos a hacer con el lugar después de ese evento”, dijo Lewis, cuyo Centro Deportivo Singapur espera organizar 200 eventos cada año.
“Y creo que hay una historia en años recientes de relativamente pocos ejemplos que han hecho eso muy bien”.
Quizá el ejemplo más llamativo de este fracaso es Atenas.
La capital griega podría ser hogar de los Olímpicos modernos, pero más de un siglo después, sus 2004 estadios se convirtió en una ruina moderna, con lugares cubiertos de maleza, paredes cubiertas en graffiti y asientos podridos.
Es una muerte triste para un evento que le costó al país aproximadamente 11,000 millones de dólares.
Algo más de entretenimiento
Entra a los estadios de hoy en día y encontrarás un gigante del entretenimiento donde los aficionados son alentados a gastar más mucho antes de que comience el partido.
“En los últimos 50 años los intereses corporativos cambiaron a los estadios más que nada. Hace años los estadios solo eran concreto y nada de asientos, solo gradas”, dijo Lewis.
“Hoy en día, se trata más de la experiencia corporativa; el lounge interior, los asientos corporativos, restaurantes. Lo que significa que las personas llegan al lugar una hora o dos antes del evento y no se van hasta una hora o dos después”.
El objetivo para los dueños de estadios es crear un ícono para la ciudad; uno que sea digno del nombre estampado en luces brillantes.
“El alcalde nos pidió algo que ‘pusiera a Durban en el mapa’”, dice Nienhoff sobre el Estadio Moses Mabhiba, en Durban, construido para el Mundial de Sudáfrica en 2010.
“Si veías a Durban desde el agua, no había nada que pudieras recordar específicamente en el horizonte”.
Eso fue antes de que la arena blanca de Neinhoff se construyera en la costa, con una entrada en arco de 350 metros y un techo con una vista para admirar.
Instinto natural
Pero antes de que Nienhoff ponga la pluma en el papel, uno de los primeros lugares en los que busca inspiración es la naturaleza.
Con su fachada de reptil, la Arena Amazon, construida en Manaus para el Mundial en Brasil este año, toma mucho de la jungla que la rodea.
“Su ves las estructuras de la naturaleza como una hoja, o la piel de una serpiente, siempre hay un sistema lógico detrás de este”, explicó Nienhoff.
“Manaus está en medio de la selva, así que allí es a donde fuimos para encontrar inspiración. Realmente intentamos diseñar algo que solo estuviera destinado a este lugar”.
Como la naturaleza en sí, estos templos modernos del placer también necesitarán regenerarse, para sobrevivir.
El estadio Borisov en Belarús, captura el espíritu de la comunidad, y se convirtió en un icono de la ciudad después de albergar eventos deportivos. (Tomaz Gregorio/Ofis Architects
El Sports Hub de Singapur tiene una capacidad para 55,000 personas, y un complejo de piscinas para deportes acuáticos. Foto: Arup Associates
Los arquitectos del Estadio Santiago Bernabeú se inspiraron en las catedrales medievales, por sus esculturas y pinturasl alrededor del edificio.. Foto: RealMadrid.com
El Estadio Olímpico Nacional de Tokio fue diseñado para los olímpicos de 2020 y ha es descrito como “una tortuga que espera que Japón se hunda para nadar”. Foto: Zaha Hadid Architects
La Arena Amazon, en Brasil, fue contruido para el Mundial de 2014. La fachada inspirada en la piel de reptil fue inspirada por la selva que lo rodea. Foto: GMP Architekten