Ir21 / Foto: Reuters
Pekín tiene 22 millones de habitantes en 16.800 quilómetros cuadrados, de los que solamente 2.700 quilómetros constituyen el núcleo céntrico de la ciudad, una selva de hormigón, donde las autopistas colapsan hasta durante toda la noche. El transporte es el peor de los castigos, afirman los pekineses, quienes deben esperar horas para tomar un subterráneo, mientras los guardias permiten entrar escalonadamente a los pasajeros para que nadie sea víctima de la presión de la multitud detrás suyo, los omnibuses no dan cabida incluso de noche, y la flota que alcanza los 75.000 taxímetros es a todas luces, escasa.
A todo ello deben agregarse unas 1.200 empresas que generan tal contaminación que serán prohibidas en la próxima reestructura de la ciudad, por supuesto que en el marco de diez veces más compañías industriales que trabajan dentro de los estándares de polución permitidos, bastante más tolerantes que los del resto de las ciudades asiáticas.
El cambio económico, las posibilidades de cambiar de ciudad, las ansias de los emigrantes del campo por ganarse un sitio en la metrópoli, y los sueños de cada vez más millones, que les han generado la televisión y la internet, en pos del triunfo, el dinero, o simplemente una vida mejor, han convertido a Pekín en un infierno que ahora los diseñadores urbanos apuntan a resolver en menos de una generación.
Dos ciudades y una provincia, todo en uno es el futuro próximo
El diseño a futuro plantea que Pekín pasará a ser solamente el corazón de una megalópolis que tendrá más de 200.000 quilómetros cuadrados (Uruguay tiene poco más de 188.000) y se denominará Jing-Jin-Ji, recordatorio de las ciudades de las que tomará el nombre, Beijing y Tianjing y la provincia de Hebei.
Tianjin es una ciudad que está a 140 quilómetros de Pekín, y tiene 14 millones de personas, pasando a formar parte de la capital, mientras que otras áreas entre ambas y colindantes de la provincia de Habei, aledaña, serán también absorbidos.
Todos los edificios de gobernaciones municipales o de rango inferior, y sus dependencias, serán trasladados fuera del centro histórico de Pekín, un traslado sin precedentes previsto para 2017. Pekín quedará con poco más de 20 millones de habitantes en su “núcleo duro” convertido en centro político y cultural, mientras la mayoría de todo el resto deberá salir fuera.
“Pekín será un centro político, cultural y tecnológico internacional, la provincia de Hebei una zona residencial, turística y de manufacturas y Tianjin su puerto de salida al mar para las exportaciones” detalla Minghao Wang, experto de la Sociedad de Economía Urbana de China, en declaraciones que publica The New York Times.