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La imagen que la cultura popular ha legado del oeste norteamericano ha estado, a menudo, desligada de la realidad histórica de aquellos territorios. Los clichés, las localizaciones no exactamente americanas y el imaginario popular, resumido todo ello en una leyenda aún hoy indeleble, tienen paralelismos con los días de aquella conquista. Pero sólo eso. Para observar de primera mano cómo eran aquellos pobladores y aquellos territorios antes de ser absorbidos por Estados Unidos, es mejor acudir a las fotografías que sus propios testigos tomaron a finales del siglo XIX.
Uno de los fotógrafos más célebres de aquellas décadas fue Timothy O’Sullivan. Durante las décadas de los sesenta y de los setenta, en el albur de la conquista del oeste por parte del gobierno norteamericano y tras el fin de la Guerra de Secesión, O’Sullivan viajó más allá de las grandes llanuras para documentar de primera mano la conquista. Las fotografías de O’Sullivan son bastante célebres y se han conservado bien a lo largo del tiempo gracias tanto a la Librería del Congresocomo al National Archives and Records Administration. Hoy, viajar al oeste es tan sencillo como ver sus instantáneas.
¿Y qué muestran esas imágenes? Una realidad que evoca a la trilogía del dólar de Sergio Leone, pero que también encuentra referentes en trabajos audiovisuales como Deadwood. El oeste fue mitad conquista militar, pasando por encima de las poblaciones nativas, cruelmente exterminadas, mitad organización territorial y política caótica. Aquellos asentamientos humanos lo hicieron a menudo al margen de toda legalidad existente, más allá de los estados de la unión, en un entorno hostil y sin regulaciones que pusieran orden. Eran territorios donde la ley simplemente no imperaba, y por tanto salvajes y pródigos para buscavidas.
Pah-Ute, una etnia india, en el actual estado de Utah (1872).
La minería fue una de las primeras actividades económicas que empujaron a miles de inmigrantes a las tierras del oeste. En la imagen, vemos un transportador, a modo de vías de tren de madera, de materiales en el condado de Pahranagat, en la actual Nevada (1871).
Un hombre descansa con su bote a orillas del río Colorado, en el actual estado de Arizona. (1871)
Llanuras sobre la meseta del río Colorado, formada por el profundo cañón del río a su paso por varios estados del sudoeste. (1872)
Antiguo asentamiento misionero en Nuevo México. Los territorios conquistados por los norteamericanos pertenecieron tiempo atrás tanto al Imperio Español como a México, durante siglos. La herencia hispánica pervivía y pervive hoy en aquellos estados. (1873)
De hecho, el propio O’Sullivan se encontró con rastros más que evidentes de la historia hispánica de los territorios que fotografiaba. En Nuevo México halló esta inscripción, cavada en la roca, realizada por un tal Joseph de Payba Basconzelos, “el día que tuvo el Cavildo del Reyno a su costa”, a 18 de febrero de 1726.
Formaciones rocosas en Wyoming. (1872)
Un hombre sentado frente al río Colorado, en el límite de las actuales Nevada y Arizona. (1872)
Las cascadas Shoshone, sobre el río Snake, en el actual estado de Idaho, conocido popularmente como el parque natural más grande de Estados Unidos. Casi todos los estados del oeste continúan estando hoy escasamente poblados, y sus parajes, casi vírgenes, se cuentan entre los más espectaculares del continente. (1874)
Los viajes de O’Sullivan se remontaron a los años sesenta. Esta fotografía está tomada en Nevada en 1867.
Un árbol en Sierra Blanca, Arizona. (1873)
O’Sullivan tuvo un sentido artístico notable, y muchas de sus fotos se deleitan en los impresionantes paisajes del oeste americano. A menudo desérticos, especialmente en las regiones cercanas a la frontera mexicana, el oeste era montañoso y de complicado acceso, abandonada la comodidad de las grandes llanuras. La expansión de Estados Unidos, impulsada bajo el aura del destino manifiesto, permitió la creación progresiva de estados como Wyoming, Montana, las Dakotas o Idaho, antes de alcanzar los constituidos estados del Pacífico.
No en vano, a mediados de siglo la mitad de Estados Unidos carecía de entidad de estado, y miles de kilómetros cuadrados eran simplemente territorios sin organización alguna. El proceso fue arduo y duró años. Arizona y Nuevo México, por ejemplo, no fueron admitidos en la Unión hasta 1912. Oklahoma lo hizo en 1907. Utah en 1896. Wyoming e Idaho en 1890. Incluso estados de las grandes llanuras, cercanos a otros mucho más antiguos, no entraron en la Unión hasta finales de los ’50, como Minnesota o Kansas. Estados Unidos es un país muchísimo más joven de lo que parece. Aquí van algunos pedacitos de su historia.
La Fortieth Parallel Survey fue una expedición comercial realizada con el objetivo de explorar geológicamente el paralelo 40, que cruza el corazón del oeste norteamericano. Esta clase de expediciones fueron esenciales durante el siglo XIX para conocer el territorio sobre el que se iban a establecer los futuros nuevos estados de EEUU. (1867)
El lago Pirámide, en Nevada. (1867)
O’Sullivan no estuvo sólo en sus expediciones por el oeste americano. Le acompañaron numerosos colegas, y algunos de ellos fueron fotografiados por él mismo. A O’Sullivan lo podemos encontrar aquí con prominente perilla (el cuarto por la izquierda). Estuvieron acompañados por nativos americanos. Al fondo, el río Colorado. (1871)
Browns Park, en el actual estado de Colorado. (1872)
O’Sullivan viajaba en carruaje, el que podemos observar aquí a la derecha de la imagen. La foto fue tomada en el desierto de Carson, en el actual estado de Nevada. (1867)
Gold Hill, un complejo minero de oro en Virginia City, en el actual estado de Nevada. Cualquiera que haya visto Deadwood encontrará elementos familiares en la imagen. Los asentamientos se realizaban sobre el barro, de forma desordenada y sin que las autoridades dijeran gran cosa al respecto, a menudo cerca de fuentes de riqueza como las minas de oro. (1867)
O’Sullivan también bajo a las minas. Aquí vemos a un trabajador de Comstock Lode, uno de los yacimientos de plata más importantes de todo el continente americano. Está en el actual Nevada. (1867)
Un hombre se baña en Pagosa Hot Spring, en Colorado. (1874)
Santa Fe, en Nuevo México (1873). Hoy cuenta con casi 100.000 habitantes, una cifra no muy impresionante, pero aún así notable en comparación a lo que la imagen nos muestra. En ella, Santa Fe es apenas un poblado de casas desperdigadas por el desierto.
Alta City, hoy una ciudad de unos cuantos cientos de habitantes al lado de Salt Like City, capital de Utah, en 1873. La región era rica en yacimientos rocosos (cuarzo, especialmente), muchas poblaciones se instalaron en las impresionantes alturas de las Montañas Rocosas. Hoy Alta City es conocida fundamentalmente por el complejo de esquí que alberga.
El cañón Cottonwood, en Utah, en 1869. No todo el oeste americano fue desierto y páramo yermo.