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La tercera parte de la población en general y hasta el 90% de los obesos padecen de esteatosis hepática no alcohólica, comúnmente conocida como “hígado graso”, una patología que de avanzar, puede concluir en la necesidad de un trasplante de hígado
En el Congreso Internacional del Hígado 2016, que se celebra por estos días en Barcelona, investigadores de la Universidad Federico II, de Nápoles, Italia, han presentado un trabajo donde afirman que el consumo diario de café aporta a la reversión del “hígado graso” en modelos de laboratorio.
Los cobayos a los que se alimentó con dieta rica en grasas, pero a la vez recibían una dosis diaria de café, tuvieron una importante mejora en los marcadores hepáticos, y además, comparados con los otros animales “testigo” disminuyeron sensiblemente de peso. El consumo de café se asoció con una mayor reducción de los niveles de colesterol, de alanina aminotransferasa (una enzima cuyos niveles en sangre se ven incrementados en caso de daño hepático) y de degeneración “balonizante” que afecta particularmente la célula hepática.
Los obesos, el hígado graso y la insuficiencia cardíaca
Otro trabajo de investigación del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, mostró que el hígado graso es también es uno de los signos del síndrome metabólico, por lo que se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular e insuficiencia cardíaca.
La investigación “puede tener gran importancia a la hora de estratificar el riesgo cardiovascular en la población obesa, en tanto el grado de esteatosis hepática es muy variable en la obesidad. El hallazgo subraya la necesidad de la adopción de medidas dietéticas con objeto de prevenir la enfermedad del hígado graso”, puntualizó Ralph L. Widya, director de la investigación que publica la revista Radiology.
El relevamiento en pacientes con sobrepeso mostró que el incremento de los niveles de triglicéridos en el hígado implicó un descenso de la función diastólica ventricular izquierda, con un mayor riesgo de insuficiencia cardiaca, en tanto el corazón bombea menos sangre de la necesaria para que el paciente pueda llevar a cabo una actividad física normal