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Un estudio sostiene que los organismos genéticamente modificados (OGM) no aumentan la seguridad alimenticia mundial y ratifica el valor de los métodos tradicionales por aumentar los suministros y reducir el impacto ambiental de la producción.
El ‘mito’ de la industria biotecnológica referente a que para alimentar a miles de millones de personas es necesaria una agricultura transgénica ha sido desenmascarado por un nuevo informe publicado el pasado martes por la organización de salud sin ánimo de lucro Environmental Working Group, llamado ‘Alimentando al mundo sin organismos genéticamente modificados (OGM)’, informa el portal de noticias ‘Common Dreams’. “El argumento de que estos ayudarán a alimentar al mundo ignora el hecho de que el hambre es principalmente resultado de la pobreza”, sostiene.
El estudio argumenta que la inversión en OGM no ha logrado ampliar la seguridad alimentaria mundial y defiende los métodos tradicionales “al mostrar actualmente que aumentan los suministros de alimentos y reducen el impacto ambiental de la producción”. Durante los últimos 20 años, señala el informe, los cultivos mundiales solo han crecido un 20%, a pesar de la masiva inversión en biotecnología. Además, en las últimas décadas continúa la tendencia referente a que la fuente dominante de mejoras en la producción sea el cruzamiento tradicional, “y es probable que esto continúe en un futuro”.
“La inversión de las ‘compañías de semillas’ en optimizar la producción en áreas de alto rendimiento hace poco por mejorar la seguridad alimenticia; principalmente ayuda a llenar los bolsillos de las compañías químicas de semillas, los cultivadores a gran escala y los productores de etanol de maíz”, señala el estudio.
Asimismo, como resultado del análisis de varias investigaciones recientes acerca de este tipo de organismos en la producción agrícola, el estudio establece que “los organismos genéticamente modificados no son más productivos que los cultivos que no los utilizan en Europa occidental” y a raíz de un reciente caso en África se demostró que “los cultivos que eran cruzados para tolerar la sequía usando técnicas tradicionales mejoraron la producción en un 30% más que aquellos modificados genéticamente”.