Rodrigo Caballero/ @RodCaballero
Morelia, Michoacán. Para mediados de los 80 el apogeo del Cártel de Medellín era indiscutible, estimaciones de la época señalan que Pablo Escobar Gaviria controlaba el trasiego del 80 por ciento de la cocaína que entraba a los Estados Unidos.
Sin embargo, exportar ilegalmente 20 toneladas de cocaína al mes requería de formas de transporte poco convencionales.
Uno de los métodos patentados por el Cártel de Medellín fue impregnar cocaína líquida en la ropa que se exportaba de forma legal a Norteamérica y después lavarla con un químico especial para extraer la droga tan pura como era originalmente.
Visualmente no existe diferencia entre un pantalón de mezclilla lavado con cocaína y uno común y corriente, solamente se puede detectar usando químicos o perros entrenados para olfatear drogas ilegales.
Los jeans ‘nevados’ –como vulgarmente se les conoce- llegaban libremente a los Estados Unidos y por varios meses esa ruta fue completamente segura; sin embargo, la Administración para el Control de Drogas (DEA) se enteró del método con ayuda de un informante dentro del Cártel de Medellín.
Un día mientras veía el noticiero, algo que diariamente hacía, Pablo Escobar se enteró que su método había sido descubierto. “Voy a repararlo” dicen que dijo.
Para sorpresa de sus propios socios en el Cártel de Medellín, no pasó mucho tiempo antes que Pablo Escobar reactivara esta forma de contrabando; los pantalones vaqueros seguían llegando a los Estados Unidos y la droga también.
Cuando los paquetes de ropa entraban a la Unión Americana inmediatamente eran requisados por agentes de la DEA quienes lavaban los jeans con químicos para extraerles la cocaína pero no encontraban nada.
Durante semanas los agentes federales siguieron lavando los pantalones de Pablo Escobar en búsqueda del preciado polvo blanco hasta que otro ‘pitazo’ les advirtió lo que estaba pasando.
La DEA estaba tan ansiosa de poner sus manos en los jeans empolvados que tiraban las cajas de cartón y comenzaban a lavar de inmediato, mientras tanto, los hombres de Escobar iban al basurero y recogían las cajas impregnadas de cocaína.
“Mi padre era un hombre muy ingenioso pero era un ingenio mal encausado” dice Sebastián Marroquín, quien recopiló esta historia en su libro “Pablo Escobar, mi padre” .
Marroquín asegura haber conocido a Escobar en sus dos facetas: la de padre y la de bandido. “Si mi padre me hubiera criado con violencia y no en el amor como lo hizo, estoy seguro que ahora sería un bandido igual o peor a él” declaró en una conferencia en la ciudad de Morelia.
Pero en lugar de convertirse en un Pablo Escobar 2.0, como él mismo lo califica, Sebastián decidió asumir la responsabilidad de los crímenes cometidos por su padre y ahora trata de mandar un “mensaje de paz”.
“Cada que cuento anécdotas como la de los pantalones vaqueros, escucho a jóvenes que me dicen que quieren ser como mi padre y yo les contesto ‘está bien pero ya viste cómo terminó’” dijo Sebastián después de contar cómo la DEA le lavó los pantalones a su padre.