El crecimiento económico a cualquier costo es la línea irracional que sigue el gobierno para promover sus reformas, advierte la organización.
El presidente de México Enrique Peña Nieto cumple dos años en el poder. Sus reformas, según dice él, históricas, 11 de ellas aprobadas en 20 meses, han seguido una línea neoliberal. Es decir, han abierto la competencia a sectores como las telecomunicaciones, pero también a uno especialmente macabro: el energético.
En estos dos años de gobierno la prensa internacional, de ideología neoliberal, ha aplaudido las reformas, que han sido cuestionadas, en general, como negocio de pocos. Especialmente el tema ecológico es amenazado por la Reforma Energética, que es calificada por organizaciones como Greenpeace como destructora de México.
Mientras el presidente enuncia sus logros en su Segundo Informe de Gobierno, Greenpeace envía un comunicado donde describe el saldo funesto para la ecología como efecto de las decisiones tomadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Describimos algunos de los focos rojos más puntuales. Lo siguiente resulta irónico, pues las reformas se han aprobado en pro de un crecimiento económico, que por cierto solo puede ser auténtico en el largo plazo si va de la mano con la salud del planeta:
- Mientras el mundo apuesta por la energía limpia, en México se exprimirán más hidrocarburos:
Un eje fundamental de la Reforma Energética es que, supuestamente, disminuirá el precio de la energía eléctrica si se genera esta energía a partir del gas natural. Esto es completamente anacrónico, pues en lugar de aprovechar energías limpias como el sol o el aire, se está retrocediendo a una práctica que es cada vez más evadida en el mundo por sus incisivos efectos en el cambio climático.
- Se promueve el pernicioso fracking: a pesar de los argumentos científicos y que en Estados Unidos esta técnica genera cada vez más demandas, y comprueba ser un mal negocio, sumado a la contaminación de los mantos freáticos, la propulsión de temblores y el uso de cantidades estratosféricas de agua. El gobierno mexicano y los legisladores hicieron caso omiso a las advertencias científicas. Han aprobado el fracking que podría ejercerse al menos en 100 municipios de unos siete estados del país.
- Legislación laxa sobre desastres ambientales y apertura a las empresas más oscuras del planeta:
Todos conocemos los estragos que han causado accidentes internacionales relacionados al petróleo, como la catástrofe ocurrida en el 2010 por British Petroleum, cuando cayeron al mar unos 3 mil 400 millones de litros de petróleo a las aguas del Golfo de México, o en 1990 cuando Exxon Mobil derramó millones de litros en Alaska sin reconocer su culpabilidad hasta mucho tiempo después. Chevron ha contaminado Ecuador y Shell tiene el descabellado plan de perforar el Ártico, aún cuando el mundo está experimentando un cambio climático por la quema de hidrocarburos. En este contexto, la legislación mexicana trata laxamente a las empresas nacionales que contaminan, como ocurrió recientemente con Grupo México. Imagínate el trato que dará el país a las transnacionales más oscuras, incluso Peña Nieto ha esquivado abiertamente este tema.
- Peligran las Áreas Naturales Protegidas: aunque el descontento social logró sacar de la posibilidad de explotación de hidrocarburos a las Áreas Naturales Protegidas, sí podrán pasar por ahí ductos de energéticos o instalaciones eléctricas.
- El derecho al agua es un derecho humano irrelevante en México: según estadísticas de Green Peace, al menos el 70% de los ríos en este país están contaminados, sin que se estén tomando medidas sistemáticas y de largo plazo para revertirlo.
- Pérdidas de bosques y selvas: la organización advierte: “La tasa de deforestación en nuestro país se mantiene en cerca de medio millón de hectáreas al año, de acuerdo con datos de la UNAM y el INEGI. Pero México reporta ante la FAO sólo una pérdida anual de 155 mil hectáreas”. Los programas y medidas que anuncia el gobierno en este informe de gobierno, en realidad no tienen repercusiones de largo plazo.