Los machos no forman dos poblaciones diferenciadas, heterosexuales y homosexuales. El mundo no está dividido en cabras y ovejas.
-Alfred Kinsey
A menudo escuchamos que el gusto se rompe en géneros, pero en el caso de la bisexualidad, los géneros no ayudan mucho. Mientras que la heterosexualidad y la homosexualidad parten de una “discriminación positiva” (por ejemplo: nos gustan los hombres pero no las mujeres, o visceversa), la bisexualidad abre el espectro para admitir ambos sexos.
Es por ello que el Instituto Estadunidense de Bisexualidad financia estudios para tratar de desestimar mitos comunes sobre los bi, por ejemplo:
-que son gays, pero no quieren admitirlo;
-que están atravesando una fase;
-que son parejas poco confiables.
Incluso la comunidad gay suele hacer bromas respecto a los bisexuales, lo que sugiere un tipo de discriminación por parte de una población de por sí discriminada. Sin embargo, según una encuesta del Instituto Williams que data del 2011, 3.1% de los estadunidenses adultos se identificaron como bisexuales, mientras que sólo el 2.5% de la población se identificó como gay o lesbiana. Es decir, técnicamente existen más individuos bisexuales que gays, pero sabemos menos de la bisexualidad que de la homosexualidad.
Los estudios sobre bisexualidad parten de que un hombre o una mujer no “son” bisexuales, sino de que se identifican como tales. Esto es, que lo que el individuo dice de sí mismo tiene carácter de verdad para fines del estudio.
Una forma de evaluar la preferencia sexual de una persona es medir el grado de excitación mediante estímulos en condiciones controladas (en otras palabras, colocarle nodos eléctricos a un grupo de personas mientras ven porno).
Por ejemplo, si un hombre que se identifica como gay mira porno gay, y de pronto aparece en escena una mujer, puede que en realidad sea bisexual si su excitación no desaparece. Si dicho hombre ve disminuida su excitación sexual cuando aparece una mujer en pantalla, entonces es gay.
Es una verdad demasiado obvia que las preferencias sexuales y sus fronteras no siempre son claras. Una encuesta entre 394 hombres y mujeres halló que muchos hombres que se identifican a sí mismos como gays se identificaron previamente como bisexuales en otros periodos de su vida.
Del mismo modo, hombres y mujeres pueden ver que su identidad sexual puede modificarse al conocer a una persona del mismo sexo que les parece atractiva sexualmente, sin que ello implique identificarse a sí mismas como homosexuales.
Las etiquetas en materia sexual suelen ser utilizadas no tanto para entender como para discriminar. La ciencia avanza muchas veces a través de etiquetas (A es igual a A, pero diferente de B, etc.), pero no necesariamente hacia la verdad absoluta. Lo que puede ser cierto bajo una metodología de estudio, cambia cuando esa metodología o la idiosincracia cambian años después.
Este artículo del NYT narra toda una odisea para probar que la bisexualidad existe puesto que existen individuos para los cuales esa identidad tiene sentido.