Omar Rábago / elTOQUE
Imágenes: REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO
(08 de abril, 2014).- A pesar de las amenazas que penden sobre medios de comunicación en México, el periodismo del país conoce, al menos, dos verdaderos referentes: el semanario ZETA de Tijuana y El Diario en Ciudad Juárez.
Estos son una muestra de que las amenazas y las fuertes adversidades no silencian su labor informativa. Estos medios comparten algo en común, ambos se encuentran en ciudades fronterizas y han sido parte de contextos de violencia que han denunciado y finalmente han tenido que adaptarse para sobrevivir.
El diario ZETA de Tijuana nació de la idea de Jesús Blancornelas de establecer una publicación independiente. Tuvo que abandonar puestos directivos en otros medios por no aceptar comprometer la línea editorial. Es así como fundó ABC en 1977 y después de lograr gran circulación y aceptación en Tijuana, un grupo de choque de la Confederación de Trabajadores mexicanos tomó sus oficinas en el 79 y destituyeron a Blancornelas como director. Esto dio paso a ZETA, que vio la luz el 10 de abril de 1980. “Hoy, lo único nuevo, es que del ABC nos vamos a la Z. Del principio al fin del abecedario. Fin que no tiene continuación sino permanencia”, estas fueron de las primeras declaraciones que Blancornelas escribiera en la edición número uno del semanario.
Sin embargo, como consecuencia de su línea crítica y política, ha sido blanco de ataques. Blancornelas fue víctima de un atentado el 27 de noviembre de 1997, donde murió su escolta Luis Valero. Hasta el momento las autoridades no han podido esclarecer los hechos y continúa en total impunidad.
Al cumplirse el primer aniversario de su publicación, Jesús Blancornelas escribía el periódico desde EE.UU. mientras el co-director Héctor Félix Miranda, con el apoyo del jefe de redacción, Raúl Topete, manejaba el personal en Tijuana, donde se elaboraba la publicación para de ahí enviarse a imprimir a San Diego.
El silencio a balazos
En México, en aquel tiempo, el papel periódico lo controlaba la federación a través de Pipsa (Productora e Importadora de Papel, S.A.), si las autoridades decidían presionar a un medio impreso, simplemente le reducían o de plano le cortaban el suministro de material. Esa fue una de las razones por las que Blancornelas decidió imprimir su periódico en San Diego. Después de la devaluación en México de 1982, el periódico se convirtió en semanario y se publicaba únicamente los viernes.
El 20 de abril de 1988, Héctor “el Gato” Félix Miranda, co-director del semanario, conducía su camioneta por las calles de Tijuana cuando un auto negro le impidió el paso; dos balas disparadas desde el vehículo terminaron con su vida. Miranda denunciaba la corrupción, enriquecimiento ilícito, narcotráfico, torturas, asesinatos y señalaba a individuos directamente desde su columna, “Un poco de algo”. Se detuvo a dos personas por el crimen, pero nunca se dio con el autor intelectual.
El 22 de junio de 2004, el entonces editor de ZETA, Francisco Ortiz Franco, fue asesinado por un hombre encapuchado que le disparó cinco balas a quemarropa cuando se encontraba a bordo de su automóvil acompañado de sus dos hijos. Esto ocurrió en las inmediaciones de la Subprocuraduría de Justicia del Estado.
Debido a su línea de investigación y denuncia, el medio sufrió otras agresiones. En 1983, la Aduana de Tijuana confiscó maquinaria y automóviles del semanario bajo el pretexto de encontrar irregularidades, pero no se interrumpió la publicación.
En 1985, la Policía Judicial del Estado retiró toda una edición del semanario porque en ella se denunciaba la complicidad oficial con el narcotráfico. Los editores reimprimieron la edición. Dos años más tarde, el frente de las oficinas fue blanco de una ráfaga de metralleta; se presentó una denuncia pero nunca se localizó a los culpables.
En el 2005, policías del municipio encabezado por Jorge Hank Rhon multan a vendedores, argumentado falta de permiso para vender el semanario.
Para retratar la labor y los obstáculos de hacer periodismo en Tijuana, Bernardo Ruiz realizó el documental “Reportero”, que se centra en el periodista Sergio Haro de ZETA. Aunque a Jesús Blancornelas nunca le gustó ser noticia, su legado y escuela queda para la posteridad.
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Otro gran ejemplo de periodismo en la frontera es El Diario de Ciudad Juárez. Este medio y sus reporteros tuvieron que aprender a hacer coberturas de riesgo de un día para otro. La violencia llegó y tuvieron que adaptarse para contar historias de mujeres asesinadas, personas desparecidas y víctimas, no les quedó otra opción. Muchos periodistas de Chihuahua y Juárez tuvieron que salir del país buscando salvar sus vidas.
Una de sus editoriales dio vuelta al mundo. El 19 de septiembre de 2010 publicaron un texto con el título:¿Qué quieren de nosotros? Cansados de vivir bajo riesgo y fuego cruzado alzaron la voz: “Señores de las diferentes organizaciones que se disputan la plaza de Ciudad Juárez: la pérdida de dos reporteros de esta casa editora, en menos de dos años, representa un quebranto irreparable para todos los que laboramos aquí y, en particular, para sus familias.
“Hacemos de su conocimiento que somos comunicadores, no adivinos. Por tanto, como trabajadores de la información queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos.”
El 13 de noviembre de 2008 fue asesinado José Armando Rodríguez “El Choco”, afuera de su casa y frente a sus hijas. Llevaba más de 10 años cubriendo la fuente policiaca en Ciudad Juárez y era conocido como el periodista más experimentado e informado sobre temas de seguridad en esa frontera.
Luis Carlos Santiago, de 21 años, fue declarado muerto en el lugar del ataque. Él y su compañero de trabajo estaban dentro de un auto en el estacionamiento de un centro comercial, según reportó el diario en septiembre de 2010. Santiago se encontraba en el asiento del conductor cuando le dispararon. El periodista herido fue hospitalizado en condición crítica.
El 6 de marzo las instalaciones El Diario de Ciudad Juárez y del canal 44 de televisión local recibieron ataques. En ninguno de los dos casos hubo muertos o heridos.
El ataque contra El Diario ocurrió a las 1:05 horas (local), cuando una minivan gris con vidrios polarizados ingresó al estacionamiento del medio y uno de sus tripulantes disparó al menos siete veces contra la recepción, según testigos y videos de seguridad de la empresa.
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Se trata de dos muestras de periodismo en la frontera en México, y de los peligros que enfrentan sus reporteros. Sin duda demuestran que a pesar de las adversidades, acosos, amenazas y hostigamiento en contextos de violencia, corrupción y falta de datos, voces de denuncia e información son fundamentales para la sociedad.
Ahora, recientemente el director general del diario Noroeste, Adrián López Ortiz, fue atacado por dos hombres que robaron sus pertenencias y después de haberse dado a la fuga, regresaron a dispararle en las piernas. Esto se da en un contexto de acoso contra el periódico, que tiene su base en Sinaloa y que ha sufrido una serie de agresiones y amenazas por parte de autoridades locales, después de la detención del Chapo Guzmán e investigaciones periodísticas sobre sus vínculos de protección con policías.
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