Opinión 3.0


La nueva encrucijada chilena: Boric vs. Kast

Por: Carlos Portillo

Hace más de 33 años, el pueblo chileno le dijo “no” a la dictadura de Pinochet, sin saber que las élites política y económica hallarían la forma de negociar y enquistarse de alguna o de otra forma en el poder, especialmente en el que se ejerce de facto.

De ahí que, en octubre de 2019, las calles recibieran a la marcha más grande de Chile desde el retorno de la democracia. Millones de jóvenes abarrotaron el espacio público, dispuestos a perder sus ojos o la vida por pedir una nueva Constitución, por exigir un futuro, por romper el maleficio de que nacer chileno era nacer endeudado, ya ni hablar de ‘opulencia’ como salud o educación. Bueno, eso siempre y cuando la cigüeña no te hubiera dejado en la cuna de una de las siete familias dueñas de todo.

El próximo 19 de diciembre será otro cruce liminal para la patria de Allende, será otro punto de inflexión en su historia; igual de importante que el plebiscito del 88, igual de decisivo que ese 11 de septiembre de bombardeo a La Moneda. El próximo domingo se definirá, sobre todo, qué pasará con los derechos y las libertades en el porvenir inmediato de las y los chilenos.

Por un lado, está Gabriel Boric, candidato de la coalición Apruebo Dignidad, líder estudiantil que llegó al Congreso representando a la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Sus propuestas están concentradas en el “Programa para el Nuevo Chile: Cambios para vivir mejor”, donde se refiere especialmente a modificar el sistema tributario, el sector salud, el tema de pensiones y la educación, en favor de los sectores más marginados. Además, cuenta con un eje transversal progresista, orientado a la defensa y ampliación de derechos, el respeto al ejercicio pleno de las libertades y el diálogo con las diversas luchas sociales del país.

Por otra parte, tenemos al polémico José Antonio Kast, candidato de la coalición Frente Social Cristiano, líder del Partido Republicano que por segunda vez aspira a la Presidencia, apostando a la doble moral de los sectores más conservadores de la sociedad chilena.

“Separando todo el tema de los derechos humanos, el Gobierno de Pinochet, para el desarrollo del país, fue mejor que el de Sebastián Piñera”, es una de sus frases más escandalosas. El candidato de ultraderecha también llegó a aseverar que si el dictador estuviera vivo, “votaría por mí, es evidente”.

Su agenda defiende el supuesto orden a costa de la represión, rechaza la interrupción legal del embarazo, el matrimonio igualitario y los derechos de la comunidad LGBTI. Por otra parte, quiere construir no un muro, sino zanjas, a lo largo de sus fronteras, para evitar el paso de migrantes.

En la primera vuelta electoral, Kast anunció que extinguiría el Ministerio de la Mujer, pero, de cara al balotaje, pidió disculpas y ha intentado descafeinar tanto su misoginia como su fascismo. Durante la pandemia, coqueteó con los antivacunas, pero al final reviró, acaso por pragmatismo electoral.

Aunado a esto, el defensor público de Fujimori y Bolsonaro trae arrastrando conflictos financieros como el Caso Penta, uno de los fraudes al fisco más cínicos de la década anterior en Chile; ha triangulado propiedades panameñas para evadir impuestos y, como cereza en el pastel, fue el diputado con más inasistencias en el período parlamentario 2014-2018.

Por tanto, el próximo 19 de diciembre será otro de esos días que se quedan grabados en la historia chilena, para bien o para mal. El pueblo está frente a una nueva encrucijada y la única forma de resolverla es tomarse cinco minutos —como los de Amanda y Manuel— para acudir a las urnas y cambiar el destino.

Cuando Kast dijo que Pinochet votaría por él, tal vez alguien debió replicarle que, en ese caso, Amanda y Manuel votarían por Boric. Jara y Allende votarían por Boric. Bachelet ya anunció que lo hará. Y tal vez, después de 33 años, finalmente la alegría sí venga.

15 diciembre, 2021
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