En Arocutín, las tumbas quedaron adornadas y bien vigiladas durante la noche hasta el amanecer. El singular panteón que e encuentra en el atrio de la iglesia de la comunidad lució lleno de luz y gente.
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El resplandor naranja de las velas y el cempasuchil lograba que todo se mirara a la perfección y el intenso retoque de las campanadas durante toda la noche mantenía despiertos a los que dormitaban.
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Amaneció y se cumplió la misión de mostrar el camino de regreso a las ánimas, regresaron y estuvieron un rato. Con la luz matutina el humo de las fogatas aún se encuentra en el lugar y algunas personas se retiraba a dormir.