De los botines negros a los colores fluorescentes, del libre mercado a los millones que pagaron por Bale… la música de Oasis permanece como himno de los aficionados
1.
*Acompaña este texto con música. Para iniciar, deberás poner Supersonic.
«I need to be myself, I can’t be no-one else. I’m feeling supersonic. Give me gin and tonic. You can have it all but how much do you want it? You make me laugh. Give me your autograph. Can I ride with you in your BMW? You can sail with me in my yellow submarine…» Así comenzaba a sonar Supersonic, de Oasis, en la primavera de 1994. Junto a ese sencillo también sonaba Shakermaker, ambos tracks enlistados uno tras otro en el top de ventas del Reino Unido. El éxito no estaba garantizado y Liam sólo quería dinero para comprarse ropa nueva. El objetivo era disfrutarlo y si querían destruir todo a su paso, lo hacían. Esa canción que escribió Noel en menos de una hora inició lo que nunca imaginaron.
2.
A ese mismo 1994 le han cargado la desdicha de sentenciar el inicio del futbol moderno. La Copa del Mundo en Estados Unidos, un país sin tradición futbolística pero con indudable poderío económico, fue la oportunidad ideal de encontrar en el juego una industria de potencial incalculable y sin fecha de caducidad. Nike marcó el paso con su comercial Game Around The World. El balón volaba de país en país, de Cantona a Schulz, de un cabezazo de Maldini a un derechazo de Ian Wright, de Ramos a Romario y luego a Bebeto… el vuelo espectacular de Jorge Campos en México. El anuncio encendido.
La marca del swoosh plantó su banderita en el juego mucho tiempo antes, pero fue en esa Copa del Mundo que abrieron la puerta a la comercialización de todo lo que toca el balón. Brasil levantó la copa tras la primera tanda de penales en la historia de la competencia, con Romario, Cafú, Marcio Santos, Dunga, frente al equipo del legendario Arrigo Sacchi, con Paolo Maldini, Roberto Baggio, Nicola Berti. Los botines de los campeones fueron los Nike, los Tiempo Premier, todavía ausentes de color.
3.
Mientras en los primeros conciertos verdaderamente masivos de Oasis volaban entre el público pelotas enormes que imitaban el diseño de los balones -en blanco y negro- utilizados en el Mundial del 94, el mundo del futbol comenzó a agitarse. A la historia se añadió el apellido Bosman, pertenecía a Jean-Marc, el futbolista que reclamó el libre tránsito en su profesión por Europa, como lo hacía cualquier trabajador. De la Ley Bosman se habló en tono catastrófico, los jugadores comunitarios ya no serían extranjeros en los países de la Unión Europea, los técnicos podrían alinear a cuantos quisieran. El temor por los debuts frustrados creció. Los clubes poderosos tuvieron en la cartera una infinidad de posibilidades para construir el dominio ante los que menos podían. Desde entonces.
4.
*Ahora, te recomendamos escuchar Don’t Look Back in Anger
«And so, Sally can wait. She knows it’s too late as we’re walking on by. Her soul slides away, but don’t look back in anger. I heard you say». Tal tragedia habría estado musicalizada por Don’t Look Back in Anger. La modernización del juego estaba en marcha y de fondo sonaba «(What’s the story) Morning Glory?», el álbum que posicionó a Oasis ante el mundo como representantes del britpop, y para muchos de sus fanáticos, el mejor de su historia. Era el momento justo en que Oasis competía contra la banda Blur, también inglesa, lanzando su sencillo Roll with It contra el Country House de Blur al mismo tiempo.
La escena musical británica vivía un furor, toda una generación había encontrado su discurso, una manera de encajar en la vida. «Los 90 fueron una gran época para estar vivo», diría Noel Gallagher décadas después. Esa generación descubrió en el «What’s the story» temas como Wonderwall y Champagne Supernova, que se convertirían después en himnos del futbol. En 1996 se estrenó Trainspotting, la película de Danny Boyle, otro clásico instantáneo en una época en que a los jóvenes les quedaba claro que no había otra cosa que su música, sus drogas y su futbol.
5.
*Sigue leyendo mientras escuchas Stand by Me
Blur, apenas un año antes, en 1997, había conseguido desbancar a Oasis. No en las ventas, pero sí en el aspecto creativo de su álbum homónimo frente a Be Here Now, que el propio Noel Gallagher calificó tiempo después como una «estafa al rock and roll» y los críticos señalaron la falta de inspiración evidente en la similitud con los éxitos anteriores. Las expectativas eran altísimas tras el éxito con sus dos primeras creaciones. De cualquier manera, Be Here Now dejó joyas como Stand by Me y Don’t Go Away. Con el Mundial que coronó a la Francia de Zidane, comenzó el ocaso del britpop, al que algunos se niegan a llamar género.
6.
Cuánto cambió el mundo entre una Copa y otra. Brasil viajó a Francia 98 como el campeón del pueblo, el favorito iba vestido por Nike de pies a cabeza, convertido en el primer equipo que firmaba la marca estadounidense que incursionaba en el futbol, y que iba decidida a convertir a Ronaldo en el nuevo Jordan. Los futbolistas eran protagonistas de los comerciales que llenaron la pantalla, como el de Brasil en el aeropuerto, una joya publicitaria que resaltaba la esencia del jogo bonito, de las sonrisas de Ronaldo por jugar al futbol. Sonrisa, sin embargo, que se borraría en la final, cuando Ronaldo fue presionado por Nike para jugar a pesar de haberse convulsionado la noche anterior. Y Brasil cayó. Por el otro lado, «La Victoire Est En Nous», llamó Adidas a la campaña del anfitrión, Francia, cuando las camisetas azules, muy holgadas, fajadas en el short y con la manga hasta el codo, llevaban el 10 de Zidane en la espalda y el título del torneo como destino para los franceses.
7.
*Ahora, lee mientras te deleitas con Wonderwall
A Oasis le faltaba más de una década de vida (y una última gira en 2008, la más grande de su trayectoria, sumando 30 países entre Europa, Asia, África y América, y tres noches en el mítico Wembley). Sin embargo, su misión ya había terminado, sirviendo como la bandera más visible de un movimiento que nació en la música pero que iluminó a la escena británica mucho más allá. Se convirtió en un fenómeno cultural que llegó al cine, al periodismo, a las gradas de futbol y hasta a la política. En 1997, Tony Blair, un primer ministro británico, joven y pop, trajo una imagen fresca al cargo, al grado de que Oasis llegó a ser invitado a una recepción en la residencia oficial de 10 Downing Street.
8.
Al futbol también le quedaba mucho por ver. Los balones de colores que se olvidaron de los tradicionales pentágonos para convertirlos en estrellas. Los botines casi plásticos, ultra ligeros, fluorescentes con frases bordadas y diseños extravagantes. Las camisetas ceñidas con toda clase de tecnologías para absorber el sudor. Los clubes que han transformado su identidad desde el escudo hasta la orientación de las franjas en su camisetas.
Los petrodólares que están cada vez más metidos en el negocio. Clubes como Manchester City, Paris Saint-Germain -comprados por millonarios jeques- y Barcelona han armado plantillas de ensueño soportados por el creciente interés de los líderes de la industria del petróleo en conquistar el futbol y hasta llevarlo a los Emiratos Árabes. Un Mundial en Qatar a 50 grados centígrados o un cambio radical en el calendario para el futbol invernal. Faltaba ver a Romario, Raúl González, Fernando Hierro, Fabio Cannavaro, Gabriel Batistuta, los hermanos De Boer y Xavi Hernández seducidos por el proyecto qatarí que comenzó buscando notoriedad y sigue poniéndole nombre a los estadios europeos.
Faltaban también los millones que pagarían por Cristiano Ronaldo, el sueldo de Lionel Messi, el traspaso de Paul Pogba, el camino de ida y vuelta de Mario Gotze. Entonces la crítica de Bosman a lo que desató con su lucha por transformar el futbol en algo que ni siquiera pensó: «Es una paradoja, porque la Ley Bosman nació para una mejor distribución de los recursos, especialmente para los que menos tenían. Pero ahora se ha distorsionado. Uno de los ejemplos es el PSG, que ahora ofrece 350.000 euros semanales a Cristiano Ronaldo. Espero que él sepa que ese dinero en parte es gracias a mí», declaró para la Gazzetta dello Sport.
9.
El videoarbitraje está a punto de ocurrir, quizás el cambio más radical en la historia del futbol y Oasis sobrevive. El fanatismo de los hermanos Gallagher por el Manchester City permanece, pero fuera de eso, sus canciones son los himnos de una generación, no solo en el Reino Unido, a donde quiera que va. Por eso quienes añoran los tiempos pasados ––porque lo de antes siempre será mejor––, suben el volumen y comparten el video más de dos millones de veces, cuando escuchan a la afición del Aston Villa cantar: «And so, Sally can wait. She knows it’s too late as we’re walking on by. Her soul slides away, but don’t look back in anger. I heard you say», en la victoria de su equipo en la Championship ante el Birmingham. Una tribuna repleta de la nostalgia de los 90, incluso sin haber sido testigo.
10.
Los himnos que Noel Gallagher compuso a mediados de los 90 congregan las almas y las voces, igual entre los aficionados del Manchester City en el Etihad Stadium, que en las calles de Kiev, durante la Euro del 2012, cuando ingleses y suecos se unieron para cantar: «And all the roads we have to walk are winding, and all the lights that lead us there are blinding. There are many things that I would like to say to you but I don’t know how… Because maybe, you’re gonna be the one that saves me, and after all, you’re my wonderwall». De la voz de irlandeses, en los cantos de un puñado de alemanes del Werder Bremen en Upton Park o en la adaptación cuerva de los fanáticos de San Lorenzo de Almagro hasta Argentina.
Cantar los himnos de Oasis en los estadios es un clamor hacia los últimos años previos al futbol moderno, corporativo y globalizado. Los Gallagher, el britpop, Radiohead, Trainspotting, Tony Blair, le devolvieron por un momento a Gran Bretaña su lugar en el mundo. Su cultura, su modo de vida volvió a exportarse alrededor del globo como en los tiempos en que eran el más grande imperio del planeta. Al menos por un tiempo, por unos años, se renovó la identidad nacional inglesa, la isla contra el continente.
Incluso, aficionados de distintos equipos pueden reunirse a cantar Wonderwall, como cuando aficionados del Aston Villa, el Coventry y el Birmingham se unieron mientras esperaban el metro en la estación.
11.
Hoy, a casi 25 años del último gran auge cultural inglés, Gran Bretaña ha votado por marcharse de la Unión Europea, y Oasis vuelve a sonar en los estadios. Más fuerte que nunca.
ViceSports