Rodrigo Caballero/ @RodCaballero
Morelia, Michoacán. La misa fue en honor de las personas asesinadas como resultado de la guerra contra el narcotráfico en Michoacán; sin embargo, Bertha no estaba ahí por esa razón, sus familiares no están muertos están desaparecidos y tenía que hacérselo saber al padre Solalinde.
Bertha esperó pacientemente a que todas y cada una de las mujeres de barrios acomodados se tomaran la foto con Alejandro Solalinde -usando sus enormes teléfonos plagados de brillantes- para poder contarle su historia.
Cuando por fin pudo acercársele le dijo “Padre, en Michoacán no sólo hay muertos también hay desaparecidos”.
De la misma forma que Alejandro Solalinde ha encabezado protestas y ha levantado la voz ante diversas crisis a lo largo del país, Bertha Corona Banderas ha denunciado la desaparición de sus familiares en manifestaciones de la ciudad de Morelia.
Bertha forma parte del Comité de Familiares de Personas Detenidas Desaparecidas en México (Cofaddem) y lleva seis años denunciando la pérdida de sus cuatro familiares que fueron levantados por policías municipales.
La historia que le contó a Solalinde tras la homilía es la misma que ha contado infinidad de veces, relató cuando sus familiares viajaban por una carretera del municipio de Turicato y al llegar al rancho La Salada fueron detenidos y desaparecidos en un retén de la Policía Municipal.
Solalinde la escuchó con atención y por un momento se olvidó de la fila de señoras armadas con iphones y galaxies esperando su turno para acercarse.
Quien sabe cuántas historias como la de Bertha haya oído así pero no parece cansarse de escucharlas, su cara es comprensiva y a Bertha dice que le resultó confortante porque pudo contarle esa otra realidad que pasa en el Estado de Michoacán.
Al verlo de frente, José Alejandro Solalinde Guerra tiene una mirada profunda con ojos oscuros y pequeños que apenas resaltan cuando se pone sus lentes. Durante la misa habla con todos y pasea la vista por cada rincón de la parroquia de San Pedro para dejar claro su mensaje “vivimos en un estado de guerra”.
Su sermón no es convencional, es una especie de reporte de las problemáticas del país como recordatorio de la situación en que vivimos; cuenta que todos son misioneros y ofrece el cuerpo de cristo con la única condición que sean pecadores; prácticas que tal vez fueron las que generaron desencuentros con los Caballeros de Colón en sus inicios como sacerdote.
Habló de Veracruz, donde un grupo de activistas fueron atacados con bates de beisbol y machetes y la policía sigue sin tener rastro de los agresores pero no habló de Ayotzinapa ni contó que los padres de familia no le permitieron oficiar una misa dentro de la normal por decir que a los 43 estudiantes los habían quemado vivos.
Tampoco dijo nada de “Hermanos en el Camino” el albergue de migrantes por el que es reconocido más bien se dedicó a pedir que los presentes recordaran las problemáticas por las que atraviesa México.
“¡Ya deja me lo traigo!” dijo Talía Vázquez apresurada porque el padre tenía una entrevista en una televisora local. Tras el aviso Solalinde salió en un auto gris acompañado de la diputada no sin que antes Bertha le dijera que en Michoacán no sólo existen los asesinatos también las desapariciones forzadas.