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De acuerdo con la OMS, éste puede provocar serios problemas de caries, entre otras enfermedades digestivas y cognitivas.
Cuando fuimos pequeños, al visitar al dentista por alguna caries, llegaron a recetarnos sal de fluoruro. Decían que una pequeña dosis nos ayudaría a prevenir la caries, ya que bloquea cualquier acción de alguna bacteria. E inclusive se llegó a recetar para curar otras enfermedades estomacales.
Incoloro y soluble en agua, el fluoruro es una sal que extermina a microorganismos del sistema digestivo; no obstante, y de acuerdo con la OMS, éste puede provocar serios problemas de caries, entre otras enfermedades digestivas. Según sus investigaciones, el uso constante de este compuesto debilita y perjudica el esmalte dental, así como desgasta y debilita a los huesos.
Además, la presencia excesiva del fluoruro en el cuerpo provoca la reducción en la producción de melatonina, hormona reguladora del sueño. La alteración de esta sustancia orgánica provoca una mayor absorción de aluminio en el cerebro, propagando su toxicidad en el cuerpo. Las consecuencias son evidentes: desajustes en el desarrollo cognitivo, declive en el sistema inmunológico, incidencia en enfermedades autoinmunes, presencia de hipotiroidismo, entre otros.
Incluso, se ha llegado también a asociar el consumo de este químico con enfermedades cerebrales como el Alzheimer o demencia senil. Esto es debido a las toxinas (como el aluminio) encontradas en el agua fluorada. El Dr. Blaylock explica que:
Un estudio muestra que, al agregar fluoruro al agua, cuando contiene pequeñas cantidades de aluminio, puede causar una destrucción severa de células cerebrales en el área de aprendizaje y memoria. […] La presencia del fluoruro incrementa la biodisponibilidad de aluminio, provocando su aparición tóxica en la sangre y en el cerebro.