EFE / Getty Images
El desafío consiste en producir fertilizantes y obtener energía a través de la orina humana para contrarrestar, en el caso de los fertilizantes, la dependencia de los agricultores europeos del fósforo y amoníaco importados.
El desafío consiste en producir fertilizantes y obtener energía a través de la orina humana para contrarrestar, en el caso de los fertilizantes, la dependencia de los agricultores europeos del fósforo y amoníaco importados.
En declaraciones a Efe, Madalena Alves, catedrática y coordinadora del proyecto en suelo luso, explicó que el objetivo de esta iniciativa pasa por “dar valor a la orina humana” y hacerlo “en un contexto de saneamiento descentralizado”, es decir, por el tratamiento por separado de algunos de sus componentes.
Esto permite extraer el alto valor energético de la orina, rica en amoníaco, potasio, fósforo o nitrógeno, elementos encontrados en los fertilizantes.
Tras el proceso de separación de los residuos, de acuerdo con Madalena Alves, se detectan “bacterias que consiguen llevar materia orgánica” y “transferir electrones para superficies que son usadas en baterías”, produciendo así la energía.
Iniciado en 2012 y con fecha final prevista para 2016, este proyecto se encuentra ya en fase de prueba, con una aplicación piloto en funcionamiento en un edificio gubernamental de Holanda.
Según la coordinadora, a pesar de que las “producciones de electricidad estén aún en valores relativamente bajos”, esta energía puede usarse ya perfectamente para “pequeñas aplicaciones”.