(16 de septiembre, 2014).- Para combatir la pobreza en zonas rurales se otorgaron trasferencias económicas a los habitantes. El dinero fue utilizado para comprar comida, pero chatarra, lo que ha generado sobrepeso y obesidad.
Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, asegura que se ha generado “literalmente el peor de los mundos posibles con las buenas intenciones de combatir la pobreza y de aportar a las familias una mayor disponibilidad de recursos económicos. Sin embargo, hemos generado un desastre (en salud), a la vez que se ha perdido mucho dinero”.
Los datos del Seguro Popular indican que en los últimos seis años el consumo de galletas en estas regiones se elevó 4000 popular, lo que ha contribuido a que las comunidades con población desnutrida y baja de peso se conviertan en afiliados con sobrepeso y obesidad.
Ávila Curiel advierte que eso representa una doble catástrofe sanitaria, “porque ahora hay una población desnutrida y obesa”.
Desde su análisis, la compra de alimentos chatarra por parte de beneficiarios de programas sociales es resultado de haber basado la política social en el combate a la pobreza en sólo transferencias económicas.
Por otro lado, Daniel Aceves Villagrán, responsable del Programa Oportunidades, ahora Prospera, del Seguro Popular, asegura que en los últimos años se ha incrementado el consumo de galletas hasta en 4000 por ciento por parte de los beneficiarios.
La entrada en vigor de los programas Progresa, Oportunidades y ahora Prospera, se asocian al incremento de la obesidad. Aceves abunda “hay que darles dinero y obligarlos a que se corresponsabilicen. Sin embargo, el problema es que cuando se entrega dinero, bajo la idea de que una vez que se entrega el beneficiario puede hacer con él lo que quiera, no hay una garantía de que esa transferencia económica se traduzca para lo que está diseñado: desarrollo de capacidades, bienestar, salud y educación, para romper el círculo de la pobreza”.