La tarea de sacar adelante al Estado no se ha de solventar sin la inclusión preferencial de los pueblos originarios, apuntó el presbítero José Francisco Martínez Gracián al recibir la condecoración Melchor Ocampo por parte de la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.
El evento, antes motivo de confluencia de la clase gobernante en turno de Michoacán, ahora tuvo presencia mayoritaria de figuras de Morena, aunque también se dieron cita al lugar los exgobernadores Víctor Tinoco y Fausto Vallejo, en tanto que el mandatario en funciones Silvano Aureoles envió como su representante al secretario de Gobierno, Carlos Herrera Tello.
En esta ocasión la hoy condecoración fue otorgada a Martínez Gracián quien ha venido desempeñando su labor como clérigo en la Meseta Purépecha, y de manera particular en Nahuatzen durante 20 años.
Pese a que por primera vez la condecoración –antes presea- se otorgó a un miembro de la Iglesia Católica, ninguna autoridad eclesiástica se dio cita a la Sesión Solemne para acompañarlo.
Conforme a los datos valorados por el Legislativo sobre la trayectoria de Martínez Gracián está el fungir como mediador de paz entre las comunidades de San Juan Parangaricutiro y Angahuan, y haber rescatado a un comunero de la primera que permaneció retenido en la segunda.
Asimismo se le atribuye trabajo en las comunidades en materia de conservación del medio ambiente, además de participar para la fundación en diversas instituciones educativas en la región.
Al hacer uso de la tribuna, el clérigo recalcó que aceptó la condecoración porque lo hace a nombre del pueblo purépecha, “vengo a nombre de sus carencias y utopías”.
Al hablar de las carencias del pueblo purépecha apuntó que son injustas y son muchas, y enlistó la falta de un sistema educativo inculturado, carencia de obras básicas de infraestructura, reclamos de justicia, fracturación y desmembración del territorio, devastación de los bosques, invasión de tierras, abuso de monocultivos y de otras pandemias, todo ello “de manera ininterrumpida desde hace 500 años”.
También habló de los sueños del pueblo purépecha, y dijo que “es de justicia soñar en restablecer nuestra unidad territorial de manera tal que no dé pie a intereses aviesos. Soñar con conseguir nuestra unidad política, la misma que no podremos lograr en tanto se nos continúe seccionando”.
Insistió en el tema de la unidad, “y para conseguirlo una de las vías es traer a colación nuestras raíces étnicas; Ocampo tenía por sabido que la composición multicultural de Michoacán no puede entenderse sin la cultura y la lengua de los pueblos originarios, sabía que sin el legado p´urhé, mazahua, matlazinca, otomí y náhuatl de la costa, nuestra identidad no se sostiene”.
