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El incremento de la demanda del agua y su uso irracional “están rompiendo un equilibrio que ya es muy precario” y amenazan con tener graves consecuencias para la humanidad. ¿Podría el agua provocar una escalada bélica? ¿Cómo frenar esta peligrosa tendencia?
“El agua es el sistema sanguíneo de este planeta; un ciclo natural sobre el que la actividad humana ejerce una enorme presión”, escribe la periodista española Elianne Ros en su reportaje para la revista ‘MG Magazine‘, donde analiza las opiniones de varios expertos sobre esta cuestión crucial para la humanidad.
“El despegue en términos de población y crecimiento económico sucedido en los años cincuenta fue propulsado, en gran parte, por la ingeniería del agua: embalses para almacenarla, canales para desplazarla, bombas para extraerla del subsuelo”, explica Sandra Postel, directora de la organización estadounidense Global Water Policy Project.
En el siglo pasado, estas infraestructuras permitieron cubrir las necesidades de la agricultura, la industria y el uso doméstico en gran parte del planeta, pero ahora el aumento de la demanda, relacionado en gran parte con el desarrollo de los países emergentes, “está rompiendo un equilibrio que ya es muy precario”, reza el artículo.
Es más, tanto Postel como otros científicos y expertos pronostican que “el agua será para el XXI lo que el petróleo ha sido para el siglo XX“.
La razón por la que el oro negro es tan solicitado, hasta el punto de provocar conflictos bélicos, es que sus reservas son limitadas y “no están en manos de todos”. “Lo mismo sucede con el agua dulce una vez alcanzado un volumen de demanda superior a su capacidad de regeneración, lo que se define como ‘estrés hídrico'”, explica Postel.
¿Puede el agua provocar un conflicto armado?
Para responder a esta pregunta, la periodista cita al responsable de la Fundación para la Investigación Estratégica y experto en las interacciones entre al agua y la energía Alexandre Taithe, quien recuerda que, históricamente, el agua ha originado tensiones y sigue siendo “centro de tensión diplomática”. Sus palabras se suman a otras voces que aseveran que “las guerras del futuro serán por el agua“.
¿Cómo actuar?
Mientras científicos como Stephen Hawking llegan a afirmar que es necesario “colonizar” otros planetas, otros llaman a racionalizar el consumo.
Así, para Connor y Fereres, la clave está en ahorrar utilizando sistemas de regadío inteligentes y cultivos apropiados para cada región.
Por su parte, Maite Guardiola, ingeniera geóloga especializada en aprovechamiento del agua con amplia experiencia en proyectos humanitarios, aboga por la reutilización de las aguas residuales tratadas, ya que, si estas aguas se destinaran al regadío, España podría lograr “una reducción del 30% del agua destinada a la agricultura”.
Otra medida, propuesta por el catedrático Fereres, es un“cambio de dieta”, con menos proteínas, que ayudaría a “reducir la demanda hídrica”: un kilo de cerdo representa un consumo de tres kilos de grano. Asimismo, propone luchar contra el agua embotellada, cuyo precio es “de 500 a 1.000 veces superior a la del grifo, sin mencionar el impacto ambiental del plástico y su transporte”.