Ramiro Vaca llamó la atención por reiterar el reclamo marítimo de Bolivia en el Sub 20 pero es, en realidad, un crack en potencia al que debimos conocer antes por su inmenso talento.
Miren si el boliviano Ramiro Vaca Ponce será desconocido por estos lados que en Wikipedia tiene entradas en inglés, italiano y azerbaijani pero no en español. Esta semana, vía polémica de redes sociales, llamó la atención por el festejo natatorio de su gol ante Chile, en la apertura del sudamericano Sub 20.
Categoría 99, el 10 de Bolivia es un enganche del siglo pasado muy bien adaptado a estos tiempos vertiginosos. Desde muy pequeño mostró un gran manejo de pelota y, sobre todo, un panorama y una comprensión del juego envidiables. Sus pases verticales, a lo Juanfer Quintero, lo destacan como un estratega poco común en el fútbol actual. Si no creen, miren lo que hacía con 12 años, en el Monumental, en un partido infantil entre Bolivia y River.
Surgió en el Club Quebracho, el equipo de su pueblo Villamontes, en Tarija. El club lo fundó en 2011 y lo preside desde entonces su padre, también Ramiro Vaca. A los 13 años, Ramiro junior ya era titular en el primer equipo. Lejos del nepotismo, jugaba porque era demasiado bueno. Con tan corta edad, ya hacía goles como estos para Quebracho en la Primera A de Tarija, una liga regional que está en el 3er escalón del fútbol boliviano.
Antes de cumplir 15, se consagró como ídolo del club. De noche, en una cancha con pocas tribunas, con una luminosa estación de servicio de fondo y vistiendo una réplica de una camiseta de Barcelona, Ramiro agarró la pelota en la puerta del área, enganchó a la derecha y la clavó en un ángulo. Con este golazo suyo, Quebracho le ganó 3-2 la final a Ferroviario y ascendió al Nacional B Simón Bolivar, la Segunda División boliviana.
En 2017, jugó el sudamericano Sub 20 dando buena ventaja de edad. A mitad de ese año pasó unos meses a prueba en Estudiantes de La Plata, debutó en la selección mayor con dos minutos en un amistoso contra Nicaragua y en diciembre The Strongest compró su pase. Lo presentaron como la gran promesa del fútbol boliviano con este compacto a puro pase gol.
Pasó casi todo 2018 en la reserva del tigre boliviano y apenas jugó un par de partidos en Primera. En 2019, se esperaba que gane notoriedad y minutos entre los profesionales. Pero un festejo político de gol en el sudamericano Sub 20 de este año lo puso en el foco antes de lo previsto. Para Ramiro solo fue de sus magistrales asistencias para que Bolivia pueda hacer el gol de recuperar su salida al Pacífico.