(7 de marzo del 2014).- La noche de ayer, Ucrania, un pequeño país que antiguamente perteneció a la URSS, volvió a ser nota en los diarios internacionales: con base a los resultados de un referendo político impulsado por la autonomía de Crimea, decidieron separarse del dominio de Kiev y cambiarse a la dominación sostenida por la Federación Rusa.
Horas después, el recién nombrado presidente interino ucraniano, Oleksandr Turchinov, anunció que este jueves que lanzaría “un procedimiento de disolución” de su asamblea regional de Crimea, pues alegó que el país gobernado por Vladimir Putin, junto a decenas de oficiales de su ejército, habían influido en las elecciones generales, informó la agencia de noticias AFP.
Una semana antes, dicho país había realizado un ejercicio militar, con el objeto, se recalcó en medios como CNN, de mostrar su superioridad armamentística; pero también, lo hicieron con el objeto de continuar un programa de ejercicios bélicos cuyo fin es impulsar la formación de un bloque parecido a la Unión Europea, alegó el gobierno ruso.
Este último bloque, se conoce como la Unión Euroasiática, que se formó como un equivalente a la Unión Europea, pero en el que sólo se incluyen a Rusia, Asia Central, Bielorrusia y Ucrania; todos, territorios que pertenecieron a la URSS.
Pese a todo, en el juego aún intervienen más factores: desde hace algunos meses, el ex presidente Víctor Yanukóvick, había previsto integrarse a la Organización del Tratado de Atlantico Norte (OTAN). Fuerza que, junto a su anexión a la Unión Europea, doblaban la balanza de fuerzas hacía occidente, perdiendo la categoría de “país no alineado con ningún bloque” y liberándose de la órbita eslava.
Sin embargo, una vez que iniciaron las presiones de Rusia para desistir, Yanukóvick abandonó dichas pretensiones y se alineó de nuevo a la sombra de su antiguo aliado. Hecho que marcó, incuestionablemente, la hoguera de las protestas sociales incentivadas por la Europa y Estados Unidos.
El enclave, como se ha visto en las últimas semanas donde se ha recrudecido la violencia, está supeditado más a las reacciones internacionales que a la política interna y tensa, de un modo irremediable, las relaciones entre dos polos, el ruso y occidente que además involucra la hegemonía de ambos polos en la región.
“Debido a su importancia geoestratégica, Ucrania casi siempre ha sido una zona de gran relevancia para los intereses internacionales y nadie ha utilizado su influencia sobre este país mejor que Rusia, quien es, por mucho, el socio comercial más importante de Ucrania, y ésta depende en gran medida de la provisión de energía de su hermano mayor. Rusia por su parte siempre ha necesitado a Ucrania como un punto de entrada al mercado europeo (especialmente por sus exportaciones de energéticos)”, afirmó una reciente publicación de Inteligencia Pública.
Este hecho ha sido confirmado por Estados Unidos, quien simultáneamente ha situado su posición, al reconocimiento de la independencia de Ucrania y, lo que sería una “violación del derecho internacional” que han dicho significa la consulta. “Rusia está haciendo circular una falsa narrativa para justificar sus acciones ilegales en Ucrania, el mundo no había visto una ficción rusa tan sorprendente desde Dostoievski”, declaró el Departamento de Defensa.
Y es que, al cortarle esta fuerza de entrada a Putin, sería dejar casi impotente a Moscú de su gran poder industrial. Ucrania posee casi el 5% de los depósitos mundiales de mineral de hierro, también importantes yacimientos de bauxita, plomo, cromo, esteatita, oro, mercurio, níquel, titanio, uranio y zinc; además que recientemente se encontraron reservas de petróleo y gas en el Mar Negro.
El pasado 21 de febrero, Yanukóvich y tres líderes de facciones parlamentarias de Ucrania firmaron un acuerdo de reconciliación ratificado conjuntamente por los ministros de Relaciones Exteriores de Francia, Alemania y Polonia. Un símbolo de que estos países servirían como garantes del acuerdo.
El pacto establece una hoja de ruta para la resolución del conflicto: una reforma constitucional, un gobierno de unidad nacional, la celebración de elecciones presidenciales anticipadas y la disolución de los grupos radicales del Maidán.
Horas después de su firma, los “ultras” del Sector Derecho, una fuerza clave en la violencia desatada en Kiev, le declararon un ultimátum a Yanukóvich: renunciar o enfrentarse a un asedio. Yanukóvich huyó.
El resentimiento popular ante Yanukóvich se ha debido, principalmente, al desenfreno de la corrupción. Los manifestantes señalaron como principales causas de su frustración el abuso del poder, el robo y la apropiación arbitraria de negocios por estructuras vinculadas a oligarcas. Todo esto, figuró como caldo de cultivo para las protestas que le dieron la vuelta al mundo en los últimos días.
Pero el gobierno ucraniano reaccionó, la represión más dura se suscitó el pasado 20 de febrero, cuando se llegaron a contabilizar centenares de heridos y muertos, aplastados por las fuerzas del orden.
Por si fuera poco, como señalan los indicios de fuerte polarización social, en este momento también flota una tendencia a la guerra civil: los sectores más conservadores presionan para mantener la unidad ucraniana frente a la agresión rusa; buena parte de la población es ruso-parlante, como en el caso de Crimea, como Járkov, Donetsk, Odesa y Dnipropretovsk; así mismo, otra parte se divide en aquellos sectores que apoyan la injerencia occidental.