Rodrigo Caballero
Morelia, Michoacán.- Cuando sonó su celular, la tarde del jueves 12 de diciembre de 2013, a Saúl no le pareció extraño.
-Bueno
-¡Papá!
-¿Bueno?
-¡Papá!
-¡Ya lo escuchaste pendejo! tenemos a tu hijo secuestrado.
Al concluir esa frase, Saúl se convirtió en uno más de los 5 mil 242 casos de secuestros y extorsiones que se registraron durante los primeros meses de gobierno de Enrique Peña Nieto.
De diciembre de 2012 a julio de 2013, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las denuncias de secuestros y extorsiones en México aumentaron un 27.5 por ciento; es decir que pasaron de 809 a 1032 denuncias en menos de un año y sin contar los casos que no son llevados ante el Ministerio Público.
Así sucedió con Saúl, quien decidió no hacer nada y seguir escuchando al hombre con voz ronca y gruesa del otro lado de la línea; imaginó que tenían a su hijo en una casa de seguridad mugrienta, amarrado de pies y manos, seguramente tenía los ojos vendados y estaba en el suelo.
– ¿De verdad?
– Crees que es una broma pendejo, si no te mochas con una lana te lo hacemos carnitas. ¿Cómo la ves?
– ¿Quieren dinero?
– 200 mil pesos para las cinco de la tarde.
Hasta junio de 2013, el año se perfilaba para seguir siendo uno de los más fructíferos en materia de secuestros, se habían contabilizado 757 casos de éste delito del fuero común en el país, es decir más de la mitad que en sus tres años pasados, 2010 (mil 236 casos), 2011 (mil 344 casos) y 2012 (mil 317 casos).
Saúl trabaja en un local de comida rápida y estudia en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; no hay forma humana que consiga 200 mil pesos en menos de cuatro horas.
Sus padres pueden vivir cómodamente y “darse sus lujitos” pero tendrían que vender su casa porque con el Golf verde que maneja su papá y su Jetta no alcanzaban a obtener la cantidad que se les pedía y cuatro horas eran muy poco.
– Es mucho dinero ¿No?
-Le regateas a tu hijo pinche ojete, ahorita mismo me lo quiebro.
– ¡Aaah no… por favor!, gritó la voz de un joven desde el fondo de la habitación mugrosa de concreto sólido que Saúl se imaginaba, con poca iluminación y condiciones inhumanas.
– Esta bien 200 mil para las cinco.
– Así me gusta cabrón, ya vas entendiendo, estate preparado y al rato te doy instrucciones… y otra cosa nomás le llamas a la policía y le corto la cabeza.
El secuestro y la extorsión son dos de los cinco delitos más perseguidos del fuero común. En Mayo de 2013 el Centro de Investigación para el Desarrollo A.C. (Cidac), reveló su informe, donde señala que el secuestro es el principal temor de los mexicanos y el primer indicador que refiere la ciudadanía para percibir la inseguridad en México.
Un secuestro impacta dos veces más que un homicidio doloso debido que el miedo a ser secuestrado es más grande que el de ser asesinado. Según datos del Cidac, el secuestro tenía una incidencia de 10 casos (denunciados) por cada 100 mil habitantes en 2012 y el asesinato 19; aun así, el grueso de la población determina los niveles de inseguridad mediante el secuestro y las extorsiones telefónicas.
-Nada más una cosa, dijo Saúl tras armarse de valor a sabiendas que no tenía nada que perder.
– ¿Qué?
-Que yo no tengo ni hijos ni dinero ni tiempo para sus pendejadas, así que no estés
chingando.
-¡Pendejo!, gritó el hombre ronco de voz grave al verse desenmascarado y colgó.
La extorsión es un “delito fácil” como lo catalogó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ya que las llamadas, generalmente relacionadas con secuestro, pueden ser reales o virtuales. El Inegi registró casi 6 millones casos en el 2012, algunos se denunciaron y otros no, como el de Saúl que permaneció como historia de bar.
Saúl cuenta la anécdota con una sonrisa, afirma que se puso nervioso, que la adrenalina se dispara como cuando vez hacia abajo desde un lugar muy alto a pesar de no estar en peligro. Les siguió el juego por curiosidad por ver cómo funciona después llamó a sus padres y se aseguró que estuvieran bien, tratando de no alarmarlos. Aseguró que no denunció, pues advirtió ¿para qué si no tiene sentido?