Alejandra Moreno /@achearta81
(28 de febrero, 2014).- Por razones que no vienen al caso, desde hace más de un mes mis niveles de estrés aumentaron considerablemente, disparando de manera notoria mi locura habitual.
Mi novio está escondido en este momento en algún lugar de Alaska y contiene todo el día la respiración esperando ese WhatsApp, correo o inbox en el que me quejo amargamente por lo que pasó, lo que pasa y lo que ya tengo previsto que podría pasar.
Puedo despertarme por la mañana, ser un dulce y celebrar el canto de los pajarillos de la ventana mientras bebo café, y 20 minutos después maldecir al conductor de enfrente.
Es un ciclo. Me pongo loca por algo, eso me hace quejarme, después me siento culpable y trato de arreglarlo, pero si sale mal o no obtengo la respuesta que quería me vuelvo a poner loca y así interminablemente.
Algunas veces la variable es que decido no decir nada. Así que me pondré seria y esperaré a que adivines lo que me está pasando y sobre todo que tú lo arregles. Claro, muchas veces yo no sé qué me está pasando pero sería lindo que tú lo adivinaras.
¿Me gusta portarme así? ¡No! Me siento mal y culpable. Más que nada, me siento fuera de mi misma, porque en realidad no soy así… bueno, sí, pero no tanto y no todo el tiempo.
Si yo fuera amiga de mi novio le daría los siguientes consejos.
1. Emociones
Las mujeres estamos muy en contacto con nuestros sentimientos y además nos encanta verbalizarlos. No todo lo que decimos al calor del momento es un hecho, muchas veces sólo queremos que nos escuches para aterrizar las ideas y sentimientos. Déjanos hablar y no tomes las cosas literalmente. Lee entre líneas, quizá detrás de su rollo hay miedo o intenta pedirte algo y no sabe cómo.
2. ¡No corras!
El mayor temor que nos da después de nuestro pancho es que salgas corriendo pensando en qué talla de camisa de fuerza podríamos ser. Si tu actitud es alivianada y tu respuesta es empática, probablemente después de un rato nos alivianemos y estemos más abiertas a negociar. Si sabemos que nos sigues queriendo a pesar de nuestra intensidad, después de un rato se nos baja y volvemos a la “normalidad”.
3. Pinta tu raya
No dejes que nos pasemos de lanza. Si estamos siendo groseras pon un alto y no permitas que nadie te falte al respeto. Y si el que está que hierve eres tú, trata de detener la discusión y pide un break para enfriarse. Lo más importante es que ninguno diga algo que sea irreversible. Se vale enojarse y decirlo pero no se vale faltarse mutuamente al respeto.
4. Desintoxícate
Si por alguna razón tu pareja está más “intensa” de lo normal, trata de alivianarte tú haciendo cosas que te gustan y no te enganches. Cada quien es responsable de cómo se siente y ella tiene que “recomponerse” si quiere estar bien. Si no quiere, no hay nada que puedas hacer, una cosa es ser empático y otra es cargar todo el día con las emociones del otro en la espalda.
5. Dile que la quieres
Dice un amigo que no hay mujer enamorada por enojada que esté que resista 75 kilos de amor.
***
Si eres una mujer enojada y estás leyendo esto: ya vamos a bajarle, ¿no?