Especial fotográfico


Mujeres que inspiran: Ireri Huacuz

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Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora este 8 de marzo, quisimos reconocer a esas mujeres michoacanas que día a día se esfuerzan para alcanzar sus objetivos y que destacan por su empeño, inteligencia, y habilidad en su profesión u oficio.

Aunque sabemos que son miles y miles en todo el estado, diez de ellas nos relatan sus experiencias en los distintos ámbitos de sus vidas. Aquí una de sus historias:

Sangre Purépecha
Ireri Huacuz

Ireri Huacuz, de 38 años, directora del Museo del Estado de Michoacán.

Ireri Huacuz, es una mujer en la que por sus venas corre sangre purépecha, nos presume. Sus padres son de la comunidad de Santa Fe de la Laguna, Michoacán.

Nació en la Ciudad de México, pero desde muy pequeña regresó a Michoacán. A partir que realizó sus estudios vive en la ciudad de Morelia, sin embargo, nunca ha dejado de hacer vida comunitaria en Santa Fe de la Laguna, incluso su boda fue en la Isla de Janitzio, en el Lago de Pátzcuaro.

Es contadora pública y se ha desempeñado como promotora cultural durante varios años, actualmente es la directora del Museo del Estado de Michoacán, el cual pertenece a la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán (Secum).

Ireri ha sido beneficiada por la política de inclusión y de equidad de género que impulsa la administración actual. La Dirección de Vinculación e Integración Cultural a la que pertenece el museo, es el área con mayoría de personal femenino, habiendo sólo un hombre.

«Aunque no siempre ha sido así», relata, las direcciones y las jefaturas estaban a cargo de hombres, mientras que las mujeres eran secretarias, intendentes, promotoras culturales, por lo que valora el avance  equidad de género que se ha tenido, sobre todo en esa dirección.

“Observo que entre los hombres hay más autoridad, en las mujeres hay más calidez en el trato, hay compañerismo, por ejemplo, ahorita las directoras del Museo de Arte Colonial, del Museo de Arte Contemporáneo, somos mujeres y estamos siempre ayudándonos.”

“Eso es bueno, no sé si en otros ámbitos así sea, pues a veces entre mujeres nos atacamos, nos descalificamos, nos criticamos. Ahorita hay un ambiente de solidaridad o de sororidad (solidaridad y concordia entre mujeres, que implica un reconocimiento mutuo, plural y colectivo­)”.

La historia es diferente en las comunidades indígenas, en ellas está bien marcada la autoridad del hombre, donde la mujer no puede opinar y si lo hace no es bien visto, aunque en algunas comunidades ya son escuchadas.

Si alguna mujer osa opinar, la ignoran o hasta llegan a cuestionar al marido -¿vas a hablar tú o va a hablar tu mujer?-, y en la toma de decisiones simplemente no se les toma en cuenta.

 “Si he sentido esa discriminación, a pesar de que, en la comunidad, en la ciudad, en las comunidades rurales la mujer es la que trabaja más, la que aporta y la que mueve ahí las cosas en casa, es muy triste que no se les escuche, que no se nos tome en cuenta, aunque en la comunidad hay gente que sí me respeta por el hecho que soy profesionista y demás, pero ya en la toma de decisiones no cabemos”.

Al cuestionarle a Ireri qué piensa al respecto del rol multifuncional de la mujer, estima que no puede opinar mucho al respecto, pero repara que ella y su esposo, también de comunidad indígena, son parte de una nueva generación la cual considera que eso no es lo más correcto.

Si bien en su hogar comparte las tareas domésticas con su esposo, no deja de observar que aún se da por hecho que por ser mujer se tiene la responsabilidad de la casa:

“Es un diálogo diario y constante que tenemos que trabajar porque ambos venimos de una comunidad indígena en la que los roles están muy marcados, sobre todo cuando vas a la casa del esposo: -atiéndelo, sírvele, es que te toca a ti, es que si haces eso es parte de tu rol de ser mujer, tu obligación, pero no nos damos cuenta que nosotros mismos lo fomentamos”.

“Ahora los dos trabajamos, los dos contribuimos para la casa, a veces no hay tiempo y pues no se hace el aseo; hay tiempo, pues los dos lo hacemos. En lo personal yo he tratado de equilibrar esa parte para que la carga no sea solo para mi”.

Momentos difíciles

Uno de los momentos más difíciles para Ireri, fue en su infancia por ser mujer y ser indígena, sufrió discriminación, durante un lapso tiempo no entendía qué pasaba.

El cambio de estudiar en la Ciudad de México, donde converge gente de muchos puntos del país, a la ciudad de Morelia, fue radical.  En la escuela los varones dominaban, les hacían travesuras, bromas pesadas. Con las niñas, la bonita era a la todos querían y trataban bien. Por la cabeza de Ireri pasaron pensamientos como -es que si yo fuera bonita encajaría más en este lugar, o si yo fuera blanquita encajaría más en este lugar.

“Poco a poco, cuando fui más consciente de la importancia de mis raíces, las reforcé. El ejemplo de mis abuelitas, de mis tías, de mi mamá, ver la importancia de ser mujer, y ser indígena es un motivo de mucho orgullo no de discriminación, ahorita no me siento mal de ello, al contrario, tengo buenos ejemplos de todo esto”.

A pesar del patriarcado tan arraigado en las comunidades indígenas Ireri alcanza a ver como se ha ido dando un cambio, como las mujeres se han vuelto aún más activas y han ido ganando un poco de terreno.

Nos cuenta que las mujeres ya comienzan a participar en las asambleas, en el caso de Santa Fe ya han sido participes en comisiones y en proyectos como el del agua potable, al ver que los hombres no daban buenos resultado, ellas se apoderaron de la comisión.

Otro ejemplo son las comunidades de Cherán y Janitzio. En Cherán las mujeres forman parte del Concejo, participan y aportan en la asamblea comunitaria. En Janitzio, la gente es muy abierta por el fenómeno del turismo, por lo que las mujeres no tienen tanta pena para hablar en público, para expresarse.

“Todos esos cambios están muy bien y es un ejemplo para las nuevas generaciones, para que lo vean como algo normal en que tenemos que trabajar. También hago una crítica a las mujeres que ya no quieren hacer nada en casa, que creen que lo merecen todo y quieren que el esposo le dé todo.”

“Eso no contribuye en nada, al contrario. Hay casos tan tristes y tan severos de mujeres que solo reciben dinero y ya no saben trabajar, el trabajo no empobrece al contrario, te enaltece”.

“Es muy triste ver que ya no se esfuerzan, y ahorita en la actualidad con tanta facilidad, tantas condiciones para su progreso, para su desarrollo y que no lo sepan aprovechar… Es una oportunidad para desarrollarnos y mejorar la calidad de vida de nuestro hogar, de nuestra comunidad y de nuestro entorno”.

9 marzo, 2018
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