Seguridad


«El dolor nunca se va, al menos, se dónde está mi hijo»: Madre buscadora

Michoacán.- La historia de Gaby, una madre que buscó incansablemente a su hijo desaparecido durante más de dos años, es un ejemplo de la lucha y la perseverancia de las familias de desaparecidos en México.

Raúl Ávila Pérez, de 23 años, desapareció el 14 de marzo de 2022 en el municipio de Jacona. El joven, que vivía con sus dos abuelos maternos que lo cuidaron desde pequeño, iba diariamente a un cerro para bajar leña, guamúchiles y hasta cascabeles que vendía a los danzantes de la región.

Luego de tres días de búsqueda, su madre, Gabriela Pérez Ramírez, quien radica en Jalisco, acudió a presentar denuncia e hizo publicaciones en Facebook para pedir ayuda en su localización, pero nadie sabía nada del que fuera su segundo hijo.

Tras meses de búsqueda y de constantes visitas a la Fiscalía Regional, donde no había avances en la investigación, Gaby supo de la existencia del colectivo de Desaparecidos de la Costa y Feminicidios de Michoacán (Decofem) y se unió a las marchas y actividades de esta organización de familiares de desaparecidos.

En marzo de 2024 se sumó a una brigada de búsqueda de cuerpos en El Cerro de la Cruz, en Jacona, luego de que un reporte anónimo alertara sobre la existencia de personas enterradas en ese lugar.

“Encontramos 14 osamentas, por un lado tenía la esperanza de encontrar a mi hijo vivo, pero también sabía que podía encontrarlo de la otra manera; en esa ocasión no lo encontramos a él”, recuerda.

En julio de 2024, junto a otras mujeres buscadoras a las que ahora considera sus “hermanas de lucha”, recorrieron nuevamente el Cerro de la Cruz. Ahí, Gaby sintió “una corazonada” que le advertía, su hijo estaba cerca.

“Fui todos los días de la búsqueda, sentía que tenía que estar ahí. Ese día 10 de julio, mi hijo fue el segundo cuerpo que encontramos. Un reportero me dijo que el segundo que sacaron traía unos tenis Nike azules y una chamarra negra con gris, y le dije, ‘ay mi hijo traía una así’, saqué mi celular y le enseñe la foto de la chamarra de mi hijo y volteó y me dijo que era la misma chamarra”.

Debido a que la Fiscalía General del Estado (FGE) llevaba a cabo la exhumación de los restos, Gaby ya no pudo acercarse a la fosa, pero tuvo acceso a fotografías tomadas a los cuerpos que ahí se encontraron, fue entonces cuando descubrió que una de las víctimas, era Raúl.

“Miré la osamenta boca abajo, luego luego al mirarlo dije, sí, sí es mi hijo. El mundo se me vino abajo, ahí se me acabó la esperanza porque supe que él ya no estaba y nunca más lo iba a volver a mirar, a abrazarlo, nunca volvería a ver su sonrisa”, comparte.

Dos años y cuatro meses de búsqueda tuvieron que pasar para que Gaby se reencontrara con su hijo; “tal vez las demás personas que tienen más tiempo buscando a un familiar han de pensar que es muy poco, pero, aunque sea un día, es una desesperación, es frustración, coraje, dolor, es un calvario”, asegura.

Una vez que Gaby recuperó el cuerpo de su hijo, Raúl fue velado y sepultado por sus familiares, que ahora tienen un lugar donde recordarlo. Su madre dice estar en paz, aunque “el dolor nunca se va, va a estar conmigo siempre”.

En medio de la desgracia, Gaby tuvo “la fortuna” de encontrar a su hijo, pero su lucha no acaba ahí, pues se mantendrá activa en el colectivo para que otras madres, hijas y hermanas cumplan su sueño de encontrar a sus desaparecidos: “cuando no pueda ir a las búsquedas, aunque sea ayudaré con unas aguas, unos sueros, comida o herramientas, que se ocupan mucho, no me voy a deslindar de esto, porque gracias a ellas encontré a mi hijo”.

En las dos jornadas de búsqueda que se llevaron a cabo en el Cerro de La Cruz, fueron encontrados un total de 31 cuerpos, pero solo el de Raúl regresó a casa para ser despedido por su familia.

30 agosto, 2024
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