Luis Godoy / @luis_godoy88 / Inteligencia Colectiva
A mediados del 2010 una red de profesores y estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid comenzaba a experimentar con nuevas formas de comunicación política. Imitando los formatos de televisión en actos académicos, la Promotora (nombre de la red) deliberaba en los auditorios universitarios sobre el deterioro del sistema político español. Con la cultura audiovisual como instrumento, y con varios años de experiencia en la investigación social, tenían un propósito inicial claro: intervenir en la batalla discursiva. Así, desde las aulas, se originaba Podemos, la organización política que en pocos meses cambiaría insólitamente la política de España.
Poco después, en noviembre de 2010, surgía La Tuerka, un programa televisivo de tertulia política creado por la misma red de profesores y estudiantes, donde un grupo de 4 o 6 personas confrontaban ideas con un estilo muy distinto a los formatos de opinión de los medios tradicionales. En la Tuerka se hablaba del descontento previo al 15-M, se negaba el consenso liberal, se discutía la crisis en el sistema de partidos, en la economía y en los propios medios de comunicación. Por su éxito, pasaron de una pequeña televisión a una televisión local de Madrid, pero fue el streaming por internet y las redes sociales lo que eventualmente los viralizaría.
A partir de ahí, todo sucedió a una velocidad extrema; de Contrapoder (Asociación estudiantil) a las movilizaciones de Jóvenes sin Futuro; del 15-M, el bendito 15-M, a la Marcha de la Dignidad; del Fort Apache a los grandes programas de tertulia política; de las 50 mil personas como condición para un escaño en el Parlamento Europeo, a los 1.2 millones de votos resultando en cinco eurodiputados; de un Teatro del Barrio abarrotadopara presentar Podemos, a la multitudinaria Marcha del Cambio.
La multiplicación de Podemos se entiende, en buena medida, por sus Círculos: asambleas voluntarias sobre las que se articula la organización. Puntos físicos de encuentro, por todo España (y fuera de ella), que funcionan como espacios de confluencia para los simpatizantes con la formación. Representaban la apuesta por la descentralización de la organización y de su proyecto de nación, o mejo dicho, el país de países.
¿Cómo entender esta masa política que se ha conformado tan inexplicablemente? ¿Cómo comprender la velocidad de sus movimientos? ¿Cómo discernir su estructura, forma y nacimiento? ¿A qué recurrir para explicar lo insólito del fenómeno político? La ciencias sociales, como disciplina y método, nos impiden visualizar el detalle y complejidad del organismo político. A Podemos hay que descifrarlo como un cuerpo, hacer un examen de sus partes, es decir sus miembros. Porque Podemos, a diferencia de otras organizaciones políticas despersonalizadas, sigue siendo justamente eso: sus personas.
Abraham Mendieta, miembro del Equipo Estatal de Discurso de Podemos, me platica en su paso por la Ciudad de México, sobre las elecciones en España, los retos de la organización y la vida en Podemos. Le cuento sobre la idea de hacer una narración anatómica de Podemos, creo que le pareció gracioso. De inmediato coincidimos en que lo único que no podría existir en ese cuerpo es el concepto de una cabeza. Sin embargo, en anatomía si no hay cabeza no hay vida. Por eso, la primera aproximación a la anatomía de Podemos es su policefalia. Muchas cabezas en una estrategia, muchos cerebros en un esfuerzo, muchas ilusiones en un propósito.
Pablo Iglesias, el rostro.
Su imagen herética lo inicia todo. La mirada, a veces tímida, pero decidida, es la que se veía chispeante desde las primeras movilizaciones, la que se reproducía por redes sociales, la que lideraba las conferencias, la que se enfrentaba en los programas de la televisión. La mirada de Iglesias daba autoridad a ese rostro común, que también es la coleta, la piocha y la sonrisa defectuosa. Por supuesto, no es un rostro vacío. Contrario a las caras de otras organizaciones políticas, Iglesias es leído y estudiado, lo que le daba una buena ventaja en el lugar que se mostrara.
Abre la boca y sentencia. Su fama se apoyó sobretodo en su voz. A Pablo Iglesias, se le conoce por primera vez hablando. No se le conoce leyéndolo, a pesar de su origen académico. No se le conoce de vista en alguna publicación impresa. No se le conoce porque te lo platicó algún familiar. Se le conoce en YouTube a la 1 de la madrugada, después de dar clic un link que compartió un amigo. Enfrentando a palabras a Ruvalcaba, subiéndose a una silla diciendo “O Captain! My Captain!”, o destrozando en argumentos a Eduardo Inda(director del diario el Mundo). Hay que verlo para comprobarlo. Iglesias es la vanguardia política de lo audiovisual, mucho más para los que somos hispanohablantes, por eso es que su colega Juan Carlos Monedero lo describe como una maquina televisiva.
Pero nada sería de Iglesias sin el discurso político de cambio, de poner frente al status quo. Un discurso que logró unir varias corrientes. El rostro de Iglesias condensa las muchas facetas de la organización: los gramcianos, los sindicalistas, las mareas, las organizaciones estudiantiles, lo popular…. No hay una identidad dominante en el rostro de la organización.
Pablo Iglesias es el politólogo de izquierdas que escribió del fracaso histórico de la izquierda en el siglo XX. El descendiente de socialistas republicanos que declaró que el éxito de Podemos se debe a que hicieron exactamente lo contrario a lo que un partido de izquierda hubiera hecho. El que se enfrentó a sus símbolos por el triunfo. Con esa faz rebelde, impulsó un movimiento social que, sin duda, ya ha rebasado cualquier expectativa.
Aquí Iglesias hablando de la izquierda.
Íñigo Errejón, las piernas.
Lleva caminando desde hace tiempo, a pesar de lo evidente: su juventud. De Zaragoza a Madrid, de La Paz a Valladolid, el ahora portavoz de Podemos en el Congreso ha marchado con talento y astucia.
Desde que era coordinador de la campaña en las elecciones por el Parlamento Europeo, ya era el que daba el paso adelante. Eso mismo lo llevaría a dirigir el resto de las campañas de Podemos con un particular entusiasmo, pero sobre todo con rigurosidad.
El paso exacto, la preparación previa, las horas de ensayo antes de salir a debatir, el esfuerzo de los equipos de redes sociales, la dedicación al diagnóstico. La seriedad con la que tomaban el asunto político ya ha sido narrado por varios medios y relatado por el mismo equipo de Podemos. Nada era espontáneo. Errejón como responsable de lo electoral, estaba en la avanzada y era el encargado de otorgarle la seguridad y el soporte necesario al resto del equipo. Con él no hay temblor de piernas, como tampoco lo hay cuando interviene en tribuna o en los medios.
Ese ahínco también lo llevaría a ser un precoz y notable investigador académico. De esta forma, Errejón construyó un pensamiento crítico, que le ha permitido teorizar y aportar elementos ideológicos claves a la organización, como el significado de populismo y la construcción de pueblo.
Como las piernas de un cuerpo joven, Errejón se escuda en la energía para dar los saltos necesarios. Pero como las de un maratonista, resiste y corre con inteligencia. Con él, sin duda, se siente que se camina. Este impulso, quizás le ha valido un par de disputas. Pero también por eso, es probable, que en esas piernas se sostenga el futuro del partido.
Juan Carlos Monedero, los ojos.
Detrás de esos lentes circulares, encontrarán la visión del mayor de los fundadores de Podemos. Ciertamente, aquellos ojos son los de más experiencia, aunque en realidad en él habite una auténtica alma juvenil, notoria especialmente cuando participa en público.
A sus 53 años, el profesor Monedero es el que quizás vislumbraba más a Podemos como un proyecto académico. El que entendía más esa tensión de ser politólogo y ser político, rasgo que la mayoría compartía. Ese espíritu teórico, se tendría que confrontar contra el pragmatismo de partido, algo que podría explicar la separación de sus cargos en la dirección del mismo en abril del 2015.
Los de Monedero son ojos caídos, no tristes, pero melancólicos. Resulta que ha sido el personaje que siendo el que más ama la política, más ha sufrido la ingratitud de ella. Monedero fue el blanco de múltiples ataques cuando se empezaba a ver el ascenso de Podemos. Se le acusó de no declarar impuestos, de falsificar su currículo, entre otras cosas.
La situación de Monedero retrata el escenario por el que pasó la organización ante los ojos de los medios informativos tradicionales. En particular, El País, periódico clave en la democracia y referente para muchos, ha tenido un juego desafortunado con la organización. Como ejemplo, lo sucedido justo con la falsificación de su CV. En enero de 2015, El Paíspublicó en la portada una nota que llevaba como título: “Monedero falseó la mayor parte de su currículo académico”. La información se basaba en la investigación de dos periodistas y las afirmaciones de un profesor de 75 años diciendo no recordar a Monedero por la universidad, él mismo advertía de su mala memoria. Eran dos supuestas falsificaciones: la estancia como profesor en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Humboldt de Berlín, y en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Poco tiempo después, la Ibero de Puebla difundiría un comunicado en el que aseguraba que Monedero sí trabajo como profesor invitado. El País lamentaría los hechos.
El golpeteo lo puso en una situación donde prefirió ayudar a Podemos desde otro lado. Ahí, desde los laterales, dice que es más útil. Y es posible que así lo sea, puesto que como vista, hay que tener muchas perspectivas. Los ojos se separan un momento para adquirir mayor visión. A la vista hay que descansarla.
Carolina Bescansa, las manos.
De algún lado tendrían que salir los datos y la información. La maquinaria de inteligencia de Podemos se explica desde las manos de Bescansa. Como metodóloga, ofreció el diagnóstico preciso que inicialmente moldeó el origen de Podemos. Esas mismas manos, esculpirían las encuestas que brindarían información crucial a la organización.
Se dice que Bescansa fue quien convenció a Iglesias, inmediatamente después de incursionar en la televisión, de dar el paso a la política institucional. Desde los inicios, mostraba sus manualidades de convencimiento y maniobra. Las manos científicas de Bescansa, no están solas, van acompañadas de la capacidad de negociación.
Bescansa es el contraste de la explosividad de otros miembros de Podemos, su serenidad ha sorprendido a varios que pensaban a Podemos como una dinamita. Estos días ha sido criticada por llevar a su bebé al Congreso. Ha respondido con fuerza. Ya sea como gesto simbólico por la reivindicación de todas las mujeres, o como exaltación a la normalidad de una parlamentaria, la mano de Bescansa parece firme.
Al cuerpo de Podemos, le siguen muchos brazos, orejas y dientes: Pablo Echenique, Irene Montero, Luis Alegre, Rita Maestre, Miguel Urbán, Teresa Rodríguez, y un largo etcétera. Son estos y otros miembros, que juntos pasaron de la calle a la política, los que articulan y dan vitalidad a Podemos.
Utilizar el cuerpo como una aproximación a un fenómeno político es un viejo recurso. El mismo Pablo Iglesias dice que la columna vertebral de Podemos es el ejercito democrático de miles de voluntarios que llevan el mensaje del partido. Esa es la mayor distinción frente a otros cuerpos políticos de la vieja guardia, su dependencia en la gente.
Podemos es un cuerpo joven y dinámico, que resultó atractivo para muchos que estaban desilusionados de las viejas figuras y el viejo orden. Como cualquier otro organismo, depende de su energía, que es lo que marca su movimiento. Se mueve con rapidez e inteligencia. Su movimiento crea algunas repulsiones, lo normal. Sin embargo, difícilmente se podría negar sobre lo fascinante de su ascenso, de sus estimulantes nuevas formas de hacer política, y sobretodo el desafío que ha representado para el poder tradicional.